sábado, 29 de noviembre de 2014

CELEBRA CADA DÍA


¿Quién no ha celebrado una fiesta a lo grande por el día de su cumpleaños alguna vez en la vida? Pues se supone que ese es nuestro gran día, que debemos aprovecharlo al máximo como si de un gran tesoro se tratase, pues como reza el dicho “No se cumplen años todos los días.” Lo cual por otra parte es cierto. De todos modos, cada día es un regalo para nuestras vidas, un tesoro que no siempre tenemos en cuenta, pues damos por cierto que habrá muchos más y por otro lado, los problemas de la vida diaria, no nos dejan ver que estamos experimentando una experiencia única.

Cada vida, cada instante es de un valor incalculable, por lo que deberíamos estar haciendo todo lo que esté de nuestra mano, de tal forma que la plenitud gobierne nuestra existencia. Pero para que esto ocurra, es necesario que nos sintamos bien con nosotros mismos y por extensión, con el mundo que nos rodea. Es importante que nos aceptemos y nos queramos tal como somos, sin tapujos ni medias tintas, que usemos nuestro tiempo en hacer todo aquello que nos haga crecer por dentro, viendo todas la cosas buenas que hay dentro de cada uno y que las compartamos con los demás con una sonrisa permanente. La mejor manera de celebrar nuestra vida es haciendo el bien, intentando dar con la plenitud en la medida que ayudamos a los demás, tratando de espantar todas las dosis de egoísmo y tristeza que tratan de apoderarse de nuestras almas.

Pero la vida no se teje con sueños, sino con acciones y cada día es una hoja en blanco que debemos rellenar con nuestras experiencias, las cuales una tras otra, van dando sentido a nuestra biografía. En este sentido cada jornada es una nueva oportunidad que tenemos para poder hacer realidad nuestros sueños. Pero para ello, es necesario dar los pasos que hacen el camino, en lugar quedarse uno pensando que pasaría si los hubiésemos dado antes o si en lugar de ir por este camino, lo hiciéramos por cualquier otro. Lógicamente, no lo podemos hacer y tampoco podemos volver atrás, pero lo que sí podemos hacer es escoger otro sendero a partir de este momento.
Ver que es aquello que podría llenar mejor nuestras vidas y lanzarnos a por él, sin miedo a equivocarse, pues de los errores se aprende y teniendo en cuenta, de que si el nuevo sendero no nos gusta, mientras respiremos, podremos ir cambiando de camino cuando lo deseemos.

Nunca es tarde, para volver a estudiar, o para hacer aquel deporte que tanto nos gustaba y que por dejadez, lo fuimos abandonando y posponiendo una y otra vez. Siempre estamos a tiempo de hacer que nuestras vocaciones acaben siendo el eje de nuestra existencia. Solamente necesitamos que el amor sea nuestro guía turístico. Sí, habéis leído bien, la felicidad se encuentra ligada al amor de una forma inseparable y proporcional, es decir, que cuanto más amemos al prójimo y a aquello que nos rodea, más dichosas serán nuestras vidas. Es decir, que debemos celebrar nuestros días con amor, intentando esquivar, aunque nunca ignorar, todos aquellos senderos que no conduzcan a nuestro sano bienestar.

Por último, dejar claro que la vida será un camino más feliz, si no lo recorremos solos. No hay mayor amor, que el que regala su vida por la del prójimo, como hizo Jesús; pero sin tener porque llegar tan lejos, podemos decir que todo preciado don adquiere  una mayor dimensión, en el momento que los compartimos con nuestro prójimo. “En el mundo hay felicidad para todos, si el reparto se hace con justicia y respeto al prójimo.” Debemos dar, sin recibir nada a cambio, no para ganarse un cielo hipotético, sino, para demostrarles a los demás y de paso, a nosotros mismos, que a la larga, el bien siempre da mejores beneficios que el mal. Y que cada instante, es un buen momento, para emprender el camino del justo.
Pues el tiempo nos termina dando un fruto u otro, se lo que plantemos durante la siembra. “Si plantamos amor, felicidad recogeremos. Si plantamos odio o desprecio, la pena, corroerá nuestra vida.
Por ello, cada mañana cuando te levantes de cama, no olvides pensar la siguiente frase:

“¿Qué puedo hacer hoy para llenar el día de felicidad?”

J. Sergio González Rodríguez.

29 de Noviembre de 2014

jueves, 27 de noviembre de 2014

CAPERUCITA ROJA

Imagen tomada de Antena 3 TV

Antes de nada, decir que estuve a punto de no escribir este artículo, por miedo repetirme demasiado, pero al final, mi compromiso con mis lectores ha pesado más que mi pereza innata. De manera que aquí os dejo esta pequeña reflexión, más por compromiso que por interés. La verdad es que ya tengo ganas de que vuelvan las series de la HBO. (Como Juego de Tronos u otras similares).Hoy volvemos al mundo de la TV y de los cuentos infantiles adaptados a los adultos, para hablar de Caperucita Roja, algo que ya debía haber escrito el martes, cuando las ideas estaban más frescas en mi memoria. Ya comenté anteriormente que se trata de una serie irregular. En el caso de Caperucita, se trata de una historia de terror, amor y celos que recuerdan a las películas baratas de terror teen, pero a la española. Como en los casos anteriores, el suspense se queda corto, el guión es algo endeble y los actores no son lo mejor de la profesión. De todos modos, una vez más la serie se deja ver, luciendo virtudes y defectos a partes iguales.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

EN ASPACE COCINAMOS XUNTOS



Publicado por
José Sergio González Rodríguez
 
El pasado viernes 14 de Noviembre, Federación ASPACE GALICIA organizó en las instalaciones de la Asociación Amencer, situadas en Lourizán, la semifinal del concurso de tortillas, bajo el lema “EN ASPACE COCINAMOS XUNTOS”, en el que participaron 7 parejas, cada cual formada por un usuario de Aspace y su acompañante, que en algunos casos se trataba de un familiar y en otros de algún profesional de la Asociación.
Se trataba de hacer unas tortillas lo más ingeniosas y originales posible, donde cada pareja podía contar con algún ingrediente secreto, que le diese un toque especial a su creación. Para ello, los concursantes realizaron todos los pasos necesarios para dicho cometido, aunque en algunos casos la inexperiencia les hizo sudar más de lo debido, algo que por otro lado, les da más valor a su resultado. Para ello, en el caso de algunos equipos, se ingeniaron adaptaciones para la ocasión que facilitase la participación de algunos usuarios. Entre ellas, la más ingeniosa fue la utilizada por Esteban al usar un taladro como apoyo para poder batir los huevos o pelar las patatas…

Las parejas participantes, las formaban: Charo y Diego, Mariví y Miguel, Lali y Susana, Jaime y Alonso, David y Esteban, Rosa y Marta, Víctor y Fátima, siendo éstos últimos los ganadores del concurso. La ganadora irá ahora a una competición a nivel gallego, donde también estarán APAM y ASPACE CORUÑA. Y que se celebrará en breves fechas.
Una vez terminadas las tortillas, que es posible que batan un record por el tiempo que se tardó en su elaboración, casi dos horas, pero que tuvo como resultado, unas tortillas muy originales. “Verdaderos platos de diseño.” Le tocó el turno a los jueces seleccionados para la ocasión; que venían encabezados por el chef Estrella Michelín, Xosé Cannas (Pepe Vieíra), formando también parte del jurado, el bloguero gastronómico Alberto Rivas (Mais Grelos), así como el pastelero creativo Daniel Diéguez (Fogar 12) y la concejala María Biempica. Éstos aseguraron al final del acto que les había costado mucho escoger la mejor.
Desde aquí queremos felicitar a la Federación Gallega de Parálisis Cerebral por la iniciativa, así como a todos los participantes y muy especialmente a los ganadores de esta eliminatoria, Fátima y Vítor, quienes próximamente harán frente a los ganadores de APAM (Vigo) y ASPACE CORUÑA (A Coruña).
Desde aquí les deseamos mucha suerte.

martes, 18 de noviembre de 2014

BLANCANIEVES

Como ya hice la semana pasada, voy a dedicarle unas líneas a la serie de TV nacional, "Cuéntame un Cuento" que esta semana se centró en el personaje de Blancanieves. Antes de nada quiero dejar claro que para mí el primer episodio de una serie, también llamado piloto, suele decirme como iba a ser la serie, o al menos antes era así, porque con la nueva forma de hacer series, las cosas cambian y ahora la serie puede y suele ir mejorando, al menos en algunos casos, con el paso de los capítulos y las temporadas, algo que deja en muy buen lugar a los guionistas de hoy en día; también decir que en el nuevo modelo televisivo, las historias no terminan en 45 minutos como antaño, sino que la misma historia va continuando de un episodio a otro, de una temporada a la siguiente, intentando que todo se vaya liando más y más, con el paso del tiempo, manteniendo la tensión de unos capítulos a otros. Buenos guiones, personajes inteligentes y complejos, con los que nos vamos familiarizando y que nos terminan conquistando hasta el punto de que uno llega a sentir que convive con ellos, que son como de la familia. En el caso que nos ocupa, no es así, todo lo contrario, cada episodio es una aventura diferente, con personajes y actores distintos, como ocurría por ejemplo, en la serie de los 80, "Cuentos Asombrosos" Y como ocurría en aquel caso la calidad de la serie iba subiendo o bajando según la historia que narrasen y como no, de los encargados de contarnos cada historia.

En mi modesta opinión, el cuento de Blancanieves fue mejor que el de los tres cerditos, aunque en algunos momentos, el aburrimiento me invadía, sobre todo, porque la historia me tenía un falso sabor a telenovela barata. Reconozco que comencé la historia con una ilusión que a los pocos se iba desinflando, quizá una vez más por la falta de tensión, porque la historia que me contaban ya la había visto en alguna parte o porque los intérpretes no me terminaron de convencer. ¡No culpo a nadie si algún lector, cree que me estoy contradiciendo!, pero no... Sigo pensando que el objetivo de la serie es bueno, no digo original, porque hoy en día ya todo está inventado, pero sí que sigue manteniendo mi interés por ver los siguientes episodios, aunque solamente sea por saber cual es la historia más lograda y cual la más deplorable. Ya veremos...

¿Continuará...?

martes, 11 de noviembre de 2014

TRES CERDITOS ATRACADORES

Pocas veces a lo largo de mi vida, que ya empieza a acumular unas cuantas primaveras, he encontrado una serie de nacionalidad Española, que llamase mi interés cinéfilo. Pues la mayoría de ellas, me parecen especialmente noñas e incluso de mala calidad, puede que alguna sea interesante, pero la verdad es que ya sea por temática o por facturación, ninguna de ellas logra engancharme. A lo mejor es que soy demasiado exquisito. No voy a mentir, porque no es mi estilo, de manera que voy a dajar claro que series como "Cuéntame como pasó", "Isabel", "El Barco",... no han conseguido que me decantase nunca por las series nacionales. Lo cual siempre me supuso una intriga, teniendo en cuenta que soy un fan desde hace muchos años del cine español. Bueno de todo el cine, pero bueno, que siempre tengo un lugar en mi corazón para lo patrio. En cambio, con las series de origen nacional, nada, es como si les tuviese algún tipo de alergia, hasta el punto de que ver empezar una me lleva a cambiar de canal. Con todo esto no quiero despreciar a los artístas españoles ¿o sí...? no sé. Vamos a aclarar que hasta hace pocos años todas las series, sea cual fuera su origen, eran productos de segunda,o tercera. Por suerte en lós últimos años, las cosas han cambiado mucho, hasta el punto de ocupar el lado opuesto, el de la maestría, llegandose ha realizar series con mucha más calidad cinematográfica que la de las películas. Yo muchas veces tengo pensado que el buen cunéfilo, gusta del cine clasico y de la televisón moderna. Siempre que no sea de pata negra. 


Ayer una serie de origen nacional, me hizo cambiar de opinión: CUÉNTAME UN CUENTO, con el primer capitulo dedicado a realizar una versión moderna y adulta de los tres cerditos, me resulto al menos entretenida.  Que conste que no quiero lanzar las cartas al vuelo antes de tiempo, pero, a juzgar por este primer programa la cosa promte. Hacer de este sencillo cuento una interesante trama policial, aunque le falte un poco más de intriga, consiguiendo que el espectador no aparte los ojos de la caja tonta, al menos en mi caso, tengo que admitir, que tiene su mérito. Lo que sí me quemaban eran los largos descansos.

Sin duda es un homenaje a los cuentos, a la no necesaria infantilización de los mismos y porque no, otra vuelta de tuerca a unas historias conocidas por todos, desde un punto de vista más original. Y eso, insisto, es algo que está muy bien. No puedo prometer ver toda la serie, pero sí almenos, que ya tengo interés por ver un segundo programa.

Por último y aunque sea una nefasta invitación al plagio, creo que hacer algo similar en el teatro, seguro que ya se hizo muchas veces, puede  ser una idea a considerar.

viernes, 7 de noviembre de 2014

SECUESTRO EN EL STAR MÉDICA DE SAN LUIS POTOSÍ



Aquella mañana amaneció rojo, no porque el sol se hubiera ruborizado, sino porque al ir a orinar me salió un chorro de sangre en la que se obervaban algunos tropezones, es decir, coágulos.
No es que el asunto se presentara así, de improviso, sino que ya en los días precedentes había notado el fluido un tanto cargado, pero al no sentir dolor lo achaqué al consumo de chile (aquí le ponen picante hasta a los caramelos), al estrés de los viajes realizados en los días anteriores, el disgusto por el fallecimiento de mi madre, etc. ¡Menudo mes y medio llevaba! Lo que está claro es que aquel color rojo, casi coñac, me preocupó. No en vano conocía algunos precedentes genéticos familiares en los que un síntoma así había desembocado en un tumor de vejiga. Así que llamé a la compañía de seguros de asistencia en viaje, con la que había suscrito una póliza antes de salir de España, y enseguida obtuve respuesta:
- Tiene que personarse, provisto de una identificación oficial, en la clínica Star Médica. Allí ya están esperando su llegada. ¿Sabe donde es?
- No, no lo sé, pero lo pregunto.
Me sorprendió la rapidez. Entre mi llamada y la del seguro tan sólo habían transcurrido quince minutos.
Como quien va a ir a una fiesta, me duché, me engalané con mi mejor vestimenta de poeta y partí rumbo al hospital indicado, cuya ubicación conocía perfectamente mi acompañante, la Dulce Potosina. Después iría al mercado a hacer el mandado, que es como se le conoce aquí a realizar la compra semanal, pues la diferencia de precios con efectuarla en un centro comercial es abismal. Sólo por poner un ejemplo, en un kilo de patatas hay más o menos 15 pesos, es decir, casi un euro.
La clínica privada a la que me derivaron parecía un hotel de cinco estrellas. No le faltaba de nada, unas instalaciones completamente modernas dignas de cualquier Hacienda o Parador Nacional de lujo.
Lo que me empezó a mosquear un poco fue la estatura del personal sanitario. Todo el personal era muy jovencito y muy bajito. Por un momento me sentí rodeado por una banda de pitufos. La médico que me atendió en primera consulta no desmerecía del resto del personal, pero lo que más me preocupó es que no sabía lo que era un betabloqueante, un medicamente para la presión arterial que yo estaba tomando. Gracias a Dios, se limitó a rellenar simplemente la ficha, ordenó los oportunos análisis y luego me remitió a un urólogo.
Cuando llegó el urólogo ordenó mi ingreso en planta, con el fin de poder realizarme las pruebas oportunas: Una ecografía, un TAC y no descartaba una cistoscopia, en función de cómo resultaran las pruebas anteriores.
Fue ahí donde comenzó mi calvario. Enganchado a la vía del suero, tendido en la camilla de urgencias, para el ingreso se requería las garantías de la compañía de seguros y estas tenían que llegar de España a México y de la central de México a la clínica. El mercantilismo puro y duro en la medicina, el que quieren implantar ahora en España con la privatización de la sanidad. Una locura.
Así transcurrió todo el día, sin ingerir ni un solo alimento, hasta que al anochecer llegaron las garantías y me trasladaron de urgencias a planta, donde me prepararon para todas las pruebas. ¡Jesús, Dios mío, donde me había metido! Las enfermeras eran muy jovencitas y carentes de la más mínima experiencia, denotaban una inseguridad total en lo que hacían, aunque el trato era sumamente agradable. Para mí que se habían matriculado el día anterior en la Escuela de Enfermería y ya las habían puesto a hacer prácticas. Me miraban y remiraban las manos y los brazos tratando de encontrar una vena y hacían con la cabeza gestos de desaprobación, como diciendo, aquí no se encuentra nada. Antes de sentir el pinchazo, por los gestos, ya sabía que no lo iban a conseguir. Tras varios picotazos la última aprendiza que lo había intentado, y fueron varias, renunció al objetivo y llamó a la supervisora, que en tan sólo unos segundos resolvió la situación.
El urólogo y los medicos de radiología no dieron una. Tras la ecografía y el TAC descartaron categóricamente que pudiera ser un tumor en la vejiga, tal y como les sugerí que podía ser, y achacaron todo el problema de sangrado a unas piedras en el riñón que deben ser milenarias o preshistóricas o deben estar ahí desde tiempos remotos y a un quiste líquido, por lo tanto benigno, que aparecía en las pruebas. Tan categóricos fueron que me lo creí.
A la mañana siguiente me visitó de nuevo, en planta, el urólogo, hablándome sobre la conveniencia de operarme de las piedras inmediatamente. Lo vi excesivamente interesado, mercantilismo puro y duro, por lo cual me negué. El diagnóstico de la causa del sangrado no era claro y solamente estaba apoyado en suposiciones. Ante mi negativa, trató de acojonarme. Se confundió, no sé si adrede, y le aplicó las medidas del quiste a la piedra, que era el doble, diciéndome que con esa medida no podría efectuarse una litriasis, es decir, una eliminación mediante una máquina no invasiva de ondas sonoras. Mi negativa siguió siendo rotunda por lo que procedió a darme el alta sin haberme solucionado el problema. Yo seguía con la sangre y los coágulos.
A partir de ese momento, visto que ya no le iban a sacar más dinero al seguro, el vacío a mi alrededor fue total. Nadie me atendía y así pasé todo el día hasta que la compañía de seguros procedió al pago de las pruebas efectuadas y el gasto generado y al anochecer me liberaron de la vía de suero y pude marcharme. Las vías se utilizan como grilletes para mantenerte encadenado. 
Ni que decir que la Dulce Potosina y yo dejamos el mandado para mejor ocasión. La única compra que efectuamos fue un neceser con todos los aperos de limpieza e higiene personal que nos vendieron en el Hospital.
Como el problema continuaba, la Dulce Potosina solicitó a unos amigos de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Luis que nos recomendaran a un urólogo bueno y a él recurrimos de forma privada. No cabe duda de que era bueno, pues sin ni siquiera ver las pruebas acertó de pleno en el diagnóstico. Lo intuyó. Dijo que no creía que un sangrado de esa importancia pudiera deberse a las piedras, descartó el quiste como causa y redujo a dos las posibles: la próstata o un tumor en la vejiga. Para eliminar la primera me prescribió un tratamiento. Si en dos días había mejoría, esa sería la causa, si no había esa mejoría entonces no quedaría más remedio que valorar la otra causa y realizar una cistoscopia.
Lo cierto es que no hubo esa mejoría, así que tramité todo con la compañía de seguros para efectuar la cistoscopia. Y desde luego no quería que se efectuara en el mismo Hospital en el que había estado. ¡Una y no más, como Santo Tomás!, dice el refrán. Lo organicé todo para que fuera en el Hospital La Loma de San Luis, pero éste no tenía convenio con la compañía y no aceptó las garantías.¨
La prueba estaba programada con el urólogo para las ocho de la tarde, pero a las siete aún no sabía donde se iba a efectuar. De la compañía de seguros me ofrecieron cuatro hospitales, pero en el único que era posible ese día era en el Star Médica. El médico se marchaba de viaje al día siguiente y yo no quería demorar por más tiempo el asunto, así que acepté.
La compañía se volcó y tramitó todo en un tiempo récord. De nuevo ingresé en el Star Médica. De nuevo compré un neceser. Y de nuevo pasé por el suplicio de las apredizas jugando a encontrarme las venas a golpe de pinchazo. Esta vez tardaron todavía más tiempo y efectuaron más intentos que en la anterior ocasión, hasta que finalmente llegó la supervisora y lo solucionó en un periquete. A los ocho y media entré en el quirófano. Dos urólogos cirujanos y un anestesista, todos con la mejor cualificación profesional y calidad humana que he conocido, me operaron. Previamente habían analizado el resultado del TAC y habían descubierto lo que los anteriores no habían visto en las imágenes, así que fueron a tiro seguro. La operación terminó y estuve un rato en la antesala del quirófano.
Allí comenzó de nuevo mi calvario. Apenas regresé del sopor de la anestesia me encontré tendido en una camilla muy estrecha, la típica de quirófano, con varias bolsas de glicina colgadas del portasueros, con cuyo líquido me estaban haciendo un lavado de vejiga. Estaba a cargo de una enfermera que, aunque parecía saber más o tener más práctica que las anteriores que me habían atendido, se notaba que le preocupaba más escribir el informe de la operación que ocuparse de mí. Fue así como llegó un momento en que la bolsa de la sonda se llenó y el reflujo intentó buscar salida generándome un sangrado, de lo cual, todavía entre los vapores de la anestesia, le advertí. Tras lo cual vació la bolsa, me cambió el camisón y la sábana. Fue una sensación terrible.
El episodio se repetiría después, en planta. Una de las auxiliares que me vació la bolsa, incluso la dejó mal colocada, casi estrangulada, de tal manera que la vejiga se fue llenando generándome algunos cólicos. Llamé al timbre y vino otra auxiliar quien dijo que avisaba al médico, pero este no aparecía. Volví a llamar cuando no lo soporté más y creí que la vejiga me iba a reventar. Entonces acudió la supervisora quien se dio cuenta que el canal de salida estaba estrangulado por una mala manipulación y lo solucionó. Solté casi un litro y medio de golpe y el dolor que empezaba a sentir en los riñones se alivió.
Luego, más de lo mismo, el alta ayer miércoles por la mañana y el abandono del hospital al anochecer cuando la compañía de seguros pagó. Afuera escuchaba de vez en cuando las risas de las auxiliares, probablemente comentando mis apuros con la sonda. Eso sí, ninguna se perdió el espectáculo de verme el pito cuando hicieron alguna revisión. Incluso vino público extra, "las chicas de la cruz roja", como en la famosa película, que andaban por allí de prácticas y que no perdían ripio. Eso sí, todo el mundo miraba pero a nadie se le ocurrió limpiar con un poco de alcohol o desinfectante la fiera dolorida y que cada vez más iba acumulando algunos pequeños grumos de sangre.
¡Dios nos pille confesados, porque esta experiencia me ha mostrado hacia donde nos conduce la privatización de la sanidad! No es un problema de México o España, en todos los sitios hay buenos y malos profesionales, sino del modelo de gestión sanitaria privado que nos quieren imponer cuando la sanidad debería ser en todos los lugares del mundo un servicio público gratuito y universal! 
Tal vez la palabra secuestro sea muy dura, pero yo me sentí así, secuestrado, atado a los grilletes de la vía de suero, hasta que la compañía de seguros pagó los gastos. Menos mal que al final todo resultó bien, sin complicaciones. Mi agradecimiento a los médicos que participaron en la operación, unos verdaderos profesionales de la más alta cualificación y, especialmente, a la Dulce Potosina y a su madre, siempre pendientes hasta del más mínimo detalle que pudiera necesitar.

Noviembre 2014©Fernando Luis Pérez Poza 
San Luis Potosi. México.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

LA FELICIDAD ES UNA CUESTIÓN DE FE


La fe mueve montañas, por muy pesadas que éstas sean, apoyándonos en este sentimiento nuestro caminar por la vida se hará mucho más llevadero, aprenderemos a apreciar más lo que la vida nos ofrece cada día y aprovecharemos mejor el tiempo que disponemos en este mundo. La Fe es un sentimiento calmoso que nos encamina, al menos en parte, hacia la paz interior, es un estado de ánimo avocado al optimismo en las situaciones más duras, que nos ayuda a afrontarlas y en muchos casos incluso a superarlas. Hace tiempo, leí en una revista científica, que las personas religiosas, o al menos las que tenían más desarrollado el sentido de la fe, solían gozar de mejor salud e incluso, podían llegar a tener una vida más larga. Todo ello cobra un gran sentido, si tenemos en cuenta que nuestras emociones juegan un papel muy importante en nuestro bien estar. Las personas alegres, las que ven siempre el lado positivo de las cosas y las que no se dejan llevar fácilmente por las pedradas de la vida, suelen gozar de una mejor salud. E insisto, esto es ciencia.

Pero ojo, a los que vean en este texto, una defensa de las religiones, o la posibilidad de que el autor de este texto crea en un dios todopoderoso que ayuda a los que le siguen. No, cuando hablo de fe, no tengo que hacerlo pensando en Dios, puedo simplemente, confiar en mí mismo, en creer en mis posibilidades, o simplemente en que el azar me será propicio en el día de hoy. Eso también es fe, y no por ello debo someterme a  ningún tipo de ritual, ¡O quizás sí!, es posible que tenga que aprender a valorar las pequeñas cosas de las que tengo la suerte de disfrutar en un momento dado, es posible que mi ritual sea cuidar el entorno en el que vivo, mantener en equilibrio en todo momento, para que de esta manera este estado de bien estar perdure lo máximo posible en el tiempo. La fe, debe ser un arma que nos invite a trabajar por un mundo mejor, que nos haga superarnos cada día en todos nuestros quehaceres, obligaciones y pasiones, de manera que hagamos un poco mejores cada día, aunque, conscientes también, de que nunca conoceremos la perfección, por lo que mejorar siempre será posible.

Yo, creo en mí, creo que hay vida antes de la muerte y que debo aprovecharla en la medida de lo posible, y creo también en las personas en su capacidad de diferenciar el bien del mal, a través de su sentido de la empatía. Creo, profundamente en la ética, en la solidaridad como método de conseguir la felicidad, pues ayudando al semejante, nos agasajamos a nosotros mismos. Apoyándonos los unos a los otros, siempre vamos a vivir mejor, que creando rudos enfrentamientos, que solamente generan destreza y desolación.


Pero, también me parece sumamente importante separar, fe y Dios, pues son dos cosas completamente distintas que muchas veces tratamos de unir más de lo debido. Primero, porque la existencia de un Dios el algo que no se puede demostrar, sobre lo que llevamos milenios debatiendo sin poder dar con una conclusión fiable. Por ello, yo prefiero dejar a Dios de lado, en todos los sentidos y pensar que mi triunfo en la vida, va a depender de unas circunstancias azarosas y de la actitud que yo tome ante las mismas. Porque al fin y al cabo, la vida es una cuestión de cara, de la que le pongamos. En la que solamente hay dos aptitudes realistas, porque la pasiva no la cuento. Una, en la que bajamos la cabeza, como si cada día fuese un paso más hacia nuestra extinción, y otra en la que cada momento es una nueva oportunidad para aprovechar al máximo siendo aquello que deseamos ser, haciendo todo lo que queramos hacer y que llegando el día de nuestra desaparición, lo podamos hacer sin arrepentirnos de nuestro paso por este mundo, el único, que podemos afirmar con seguridad plena, que es real.

martes, 4 de noviembre de 2014

EL REGALO Y LA NECESIDAD

En un periodo inferior a los dos meses, las Navidades vuelven a invadir nuestros hogares, con sus reuniones familiares y demás tradiciones; también es una época en la que nuestros bolsillos se despojan de su dinero y nuestras vidas se llenan de cosas banales, muchas de ellas destinadas a coger polvo o simplemente a servir de  objetos de adoración a modo de Dioses paganos. En la sociedad adicta al consumismo en la que vivimos, cualquier excusa es buena para llevarnos a casa cosas innecesarias o meter en nuestro cuerpo, diversas sustancias, la mayoría legales, aunque no todas, destinadas a sacias nuestras “necesidades” más banales. Pero, volviendo al tema que nos concierne, decir que nos sobran excusas absurdas con las que fomentar estas tradiciones. Cumpleaños, santos “aunque practiques el ateísmo”, día de los enamorados… y me quedo muy corto.  A veces, incluso hacemos regalos, por quedar bien, sin saber si estamos acertando con los gustos o necesidades de la persona agasajada. Mientras que el que recibe, pone buena cara, sonrisa incluida, a la vez que piensa “¿Qué hago ahora yo con este regalo?” Pero, lo malo es que si no entras en esta rueda absurda, la sociedad te condena sin misericordia. “Yo odio las sorpresas”, no soy una persona a la que le guste cualquier cosa y no me refiero a que me guste lo caro… u otras extravagancias similares. Pero tengo mis manías, como todo hijo de vecino, y una de ellas es que “odio las sorpresas.” Que dios libre a alguien de aparecer en mi casa con un ser vivo como obsequio, a modo de regalo responsable. Sí, hacerme esclavo de un perro, por ejemplo, con sus rutinas y las obligaciones que ello conlleva. No. Una vez más, aviso que no quiero sorpresas, prefiero, que si voy a tener que hacerme cargo de un regalo, se me pregunte lo que necesito, para que de esta forma, la sorpresa no se convierta en desagradable.
    Normalmente sólo regalo algo a personas de confianza, como puede ser el caso de mi pareja, y antes de hacerlo, siempre intento averiguar qué es lo que necesita o le apetece, aunque para ello tenga que preguntar descaradamente lo que quiere. “¿Qué deseas por tu cumpleaños, cariño?”, le pido dos o tres ideas fundamentales y sobre ellas, busco aquello que me sea asequible en un momento dado, sin quedar como un tacaño, pero tampoco tirando la casa por la ventana.

 Perdonad, si este no es un gran texto, pero estoy pasando por una pequeña gripe y mis facultades intelectuales no están al cien por cien. Aunque ello me ha servido para reflexionar todo el día y llegar a la sana conclusión, de que el mejor regalo que uno puede tener en la vida es, una buena salud, y si es posible, sobre todo los que tememos la muerte, que ésta sea lo más longeva posible. ¿No creéis? 

sábado, 1 de noviembre de 2014

TERRORÍFICO


Fotografía de Halloween


LLORABA

Lloraba el anciano,
al pie de la tumba,
a su esposa
de toda la vida
y que la muerte,
fría y despiadada,
sin avisar,
le había arrebatado.

NO ME QUIERO CALLAR

UNA OBRA QUE NACIÓ CON DISCAPACIDAD, COMO YO. (Y por eso es especial) Por JOSÉ SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ Hace ya casi 16 años de la publicac...