Soy aquella
tiniebla pesada,
que observa la
indiferencia,
vadeando su
tosca vidriera.
Afuera la vida
pasa galopando,
ocupada en
menesteres ajenos,
sin minutos
para el aletargado,
incapaz de
seguir sus senderos.
Mis fueros
carecen de fuerza,
soy un ente en
un peso muerto,
si otra
pericia no me resucita.
Mi venir a la
vida fue tuerto,
como el ojo
malo del pirata.
Yo también me
soy el fruto,
de la historia
cruel e ingrata.
Pero igual que
el pirata afamado,
mi leyenda
será la gran conocida,
por el
escarbador del tiempo pasado.
J. Sergio
González.
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