viernes, 27 de noviembre de 2015

IR AL CINE HA PERDIDO TODA SU MAGIA

Existen pocos placeres más gratos para un cinéfago como encontrase en la sala de un viejo cine, y sentarse en una roída butaca mientras disfruta de una buena película en dieciséis milímetros. Pero poder acceder a una experiencia como ésta es una auténtica utopía, un sueño muy complicado de cumplir, no porque ya no existan salas oscuras, las hay aunque haga tiempo que se encuentran en peligro de extinción, sino, porque la mayor parte de las salas, han modificado las viejas máquinas, por otras de proyección digital, que poco o nada tiene que ver con el viejo arte del cine. Esto me lleva a pensar, que ir al cine, ha perdido toda su magia, que hora acudir a una sala de este tipo, es sentarse en una butaca de última generación, algunas de ellas incluso con absurdos sístemas de simulación a ver películas digitales, que se acercan más al mundo de los videojuegos de última generación, que con las grandes obras de los viejos maestros del séptimo arte.

Imagen sacada de Internet
¿Alguien se imagina a John Ford, Charles Chaplin u Orson Wells, haciendo cine digital?, yo soy incapaz de imaginarlo. Como tampoco soy capaz de crear en mi mente una imagen de una película como "La Palabra (Ordet) " de Carl Theodor Dreyer, realizada en este formato. E incluso sin tener que ir tanto tiempo atrás, me cuesta asimilar un clásico como "Alien, el Obtavo Pasajero", todo un clásico de la ciencia ficción, en los formatos modernos. Por ello, creo que la mayor parte de las cintas que se hacen hoy día, jamás serán clásicos, pues carecen de algo esencial para el Séptimo Arte ( y lo digo desde mi personal opinión subjetiva), como es el de la fotografía analógica.

Imagen sacada de Internet
Cuando me pongo a meditar sobre todo esto, mis ojos se llenan de las lágrimas de la nostalgia y surge desde lo más profundo de mi alma, el "Yo", más conservador, aquel que añora a los viejos maestros, a los que por edad y época que me ha tocado vivir, no pude seguir durante su vida. Y es que en alguna ocasión, viene a mi imaginación como sería estar en 1969, en una vieja sala, contemplando Easy Rider (1969) de Hooper, durante su semana del estreno. que Debió ser un momento mágico, que nunca jamás, nadie a día de hoy o en el futuro será capaz de igualar. Momentos, que debían de convertir la asistencia a un cine e una experiencia incapaz de olvidar. Un tipo de sensación, que considero que jamás podré disfrutar en lo que me queda de vida. 
Imagen sacada de Internet

Mientras pienso en ello con detenidamente, contemplo otro atardecer desde mi vieja ventana de madera,  y me da por llorar... 

José Sergio González Rodríguez.

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