Juan Manuel Montilla "El Langui". |
El grandioso
poder de la fama es indiscutible. Y estos días lo hemos comprobado en la ciudad
de Madrid. Durante siglos las personas con movilidad reducida las han pasado
putas a la hora de realizar sus actividades vitales, por culpa de las enormes
barreras físicas que los rodean. Personas que por tener que una discapacidad
severa y tener que utilizar una silla de ruedas, se ven imposibilitadas para poder acceder a
los transportes públicos. Por poner un ejemplo. Ya que es muy complicado
encontrar un vehículo de estas características que cuente con las adaptaciones
adecuadas, como puede ser una rampa elevadora o una plaza reservada en el
interior. De todos modos, incluso algunos que se encuentran adaptados a las
viejas sillas, no cuentan con unas plazas lo suficientemente grande, como para
ubicar en su interior un Scooter, una variante de las sillas, para las personas
con una discapacidad motora más leve, que les permite desplazarse grandes
distancias, algo que de otra manera no pueden hacer. Y es que nadie tiene una
discapacidad por gusto, a nadie le atrae la idea de encontrarse impedido para
poder llevar a cabo una parte de sus rutinas, si no cuenta con la ayuda de las
nuevas tecnologías o de terceras personas para lograr su objetivo.
Hace unos días
el actor y cantante Juan Manuel Montilla “El Langui”, conocido por la serie de televisión “El Chiringuito de Pepe”, tomó
la iniciativa de declararse en acto de rebeldía y ponerse a bloquear autobuses,
en protesta por no poder subir su Scooter, cuando me enteré de la noticia, me
quedé realmente sorprendido a la vez que me dije “Eso sí que es tener dos cojones”. A los pocos días, llegó a mi correo
electrónico, una solicitud para que apoyase dicha causa, algo que a pesar de
que me parecía una “Misión Imposible”, motivos más que suficiente para
firmarla, pues sentía mucha curiosidad por saber cómo iba a terminar todo el
asunto. Fue muy grato enterarme ayer por las redes sociales, que el hombre
consiguiera su objetivo. Pero al mismo tiempo, surgió en mi corazón una
desilusión muy profunda, pues me di cuenta, una vez más, de que tienes que ser
famoso para que tu palabra tenga valor. Que las necesidades de los anónimos
“Valen una mierda.” ¿A caso las vidas anónimas no valen nada?, pues eso parece.
Pues seguramente, si lo que hizo El Langui, lo hiciese un anónimo,
probablemente los medios, no le diesen el mismo bombo, las autoridades
zanjarían la protesta en menos de lo que dura un vals y aunque la noticia
subiese a las redes sociales, con el paso de las horas, todo quedaría en una
anécdota.
Desde aquí
quiero darle las gracias a Juan Manuel Montilla, porque gracias a su acto de insumisión,
las personas dependientes tendrán un mejor acceso al transporte público de
Madrid, pero… ¿Qué pasa con el resto de las ciudades?, ¿Cuándo vamos a salir
todos las personas dependientes, para solicitar más medidas sociales que
mejoren con creces nuestra calidad de
vida? Soy consciente de que resulta más cómodo quedarse en casa tocándose los
huevos, mientras esperamos a que sean otros, los que salgan a dar la cara. Que
es muy fácil dejarse llevar cada cuatro años por las promesas de los políticos
de turno, que con el tiempo, caerán en el olvido, bueno, hasta que vuelva a
haber elecciones. También podemos dirigirnos a los diferentes Organismos del Estado
y pasearnos de ventanilla en ventanilla, mientras con una sonrisa en la cara
nos mandan “a tomar por el culo”. Bueno, seguramente nos lo dirán de forma más
cortes, como - ¡Hay lo siento mucho, aquí no le podemos ayudar, pruebe en…! Y así
de un lado para otro, a ver si nos cansamos y nos vamos para casa a ver el ¡Sálvame
Delúx!
A ver cuando nos
damos cuenta, que si queremos algo en la sociedad en la que vivimos, por poco
que sea lo que necesitamos, o nos partimos la jeta en el intento o ni Dios nos
va a hacer caso. ¡Gracias Juan Manuel
Montilla, por la lección!
José
Sergio González Rodríguez.
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