Sergio
ante su reto: «Hacer Pontevedra Santiago del tirón es de masocas»
Nueve voluntarios llevarán el 27
de abril en una bici adaptada a este hombre con parálisis cerebral
Nueve voluntarios del programa Rodando
acompañarán a Sergio González, un pontevedrés con parálisis cerebral, en todo
un reto: conseguir completar los 67 kilómetros de la Pontevedrada 2019 en
una joelette. La casa donde se guarda esta bicicleta todoterreno adaptada
y con una sola rueda es el Centro Sur de la ciudad, detrás del Centro de
Recursos Educativos (CRE) de la ONCE. Allí es la quedada para conocer cómo van
los preparativos, ya que queda menos de un mes para la cita.
Sergio no dudó en aceptar el ofrecimiento que
le hizo Silvia Rey, una de las voluntarias. Deja claro que el sentido del humor
es importante en la vida y en sus comentarios echa mano de la ironía. «Una cosa
es hacer el Camino por etapas, pero Pontevedra Santiago del tirón es de
masocas. A mí me atrae, pero si no me llevaran no iba», confiesa. En el equipo
reina el buen ambiente y las pullas cruzadas. «Y nosotros doble masocas, que
vamos contigo», le responden con risas.
El grupo lo forman, además de Silvia, Gema
Pérez, Virginia Álvarez, Amando Tilve, Jose Vilar, Pedro Alonso, Javier
Fernández, Fernando Baquero y Arturo González. Los tres últimos no pudieron
estar en la quedada por motivos laborales. El 27 de abril se irán relevando en
la joelette por parejas. Lo irán viendo sobre la marcha y Sergio
hará pequeños tramos a pie. La bicicleta pesa unos 27 kilos, a los que hay que
sumar los 68 de Sergio.
Tras probar la joelette por
primera vez, el protagonista está encantado. «¿Dónde van las cervezas?»,
pregunta sentado en su silla. Las sonrisas son generales y eso que ya conocen
cómo se las gasta Sergio porque salen con él y otros usuarios de Amencer todos
los lunes a rodar por Campolongo. Ya más en serio, deja algunas reflexiones.
«Espero que no me dejen tirado en medio del monte, me preocupa que se queden
dormidos ellos. Cuando lo conté en mi casa me preguntaron, ‘¿te llevan, no?
Pues entonces bien’».
Los voluntarios subrayan que a este hombre no
le van a faltar cuidados y solo piden que no llueva ese último sábado de abril.
«Si no tendré que pedirle la capa a Maika», dice Sergio en alusión a su pareja.
El grupo tiene muchas ganas de afrontar el reto y está motivado. Silvia tiene
claro que son «un equipazo». Amando Tilve explica que durante la marcha hay que
estar muy coordinados: «Sufre más el que va delante, el de atrás es el que
regula el manillar según la pendiente». «El de atrás va ciego porque no ve los
obstáculos y hay que ir cantándoselos como en los coches», añade Virginia
Álvarez. Coinciden en que el tramo Caldas Valga es quizá el más complicado.
Las mayores dificultades con la joelette llegan
en las cuestas arriba. Ahí todo el grupo tiene que juntarse y tirar. En la
Pontevedrada 2018 los voluntarios hicieron media marcha en la bicicleta
adaptada, hasta Valga, con Emilio Carabelos, un vecino de Marín residente en
Cuntis que había sufrido un ictus cuatro años antes. Entonces el desgaste fue
mucho porque había pocos brazos y Emilio pesaba 110 kilos.
Aunque en la quedada van con las camisetas
verdes de Rodando, el 27 de abril llevarán las rojas de la Pontevedrada. Es lo
que toca y hay que apoyar la causa, apuntan. Sergio sigue entrenando para
llegar en la mejor forma posible ahora que veinte años después ha vuelto a
reencontrarse con la bicicleta. Como dice en su blog, «nunca pensé que a punto
de cumplir los 43 tacos iba a poder disfrutar de este deporte».
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