lunes, 7 de octubre de 2019

¡MARCHA CONTRA EL CÁNCER PONTEVEDRA 2019!


Llevo algo más de un año integrado en el Grupo RODANDO, de ciclismo adaptado, en este periodo de tiempo he logrado sumar importantes dosis fe felicidad a mi vida y como suele ocurrir con las épocas dichosas, éste me ha pasado en un parpadeo. Son también varios meses que vengo narrando mis aventuras ciclistas con el grupo. Comencé con la preparación de la PONTEVEDRADA, una de las rutas más duras pero también emocionantes de cuantas he participado y a partir de ahí, las bicicletas se han convertido en uno de los temas principales del blog durante los últimos meses. Si bien es cierto que mi recorrido con el grupo comenzó antes y contó con estimables experiencias de las que no he dejado constancia, como ha sido el caso de la San Silvestre 2018 o la marcha por la Bicifestación unos meses antes. Pero reconocer que  ninguna tuvo una trascendencia emocional tan fuerte en mi alma, como la llevada a cabo el pasado domingo 6 de marzo en favor de la lucha contra en Cáncer.
 
Mis pasos alcanzaron la Plaza de España cuando le reloj del ayuntamiento anunciaba las 10:30 A.M. con una temperatura agradable que permitía estar en  manga corta a los más valientes.  Oteando hacia  las Ruinas de Sto. Domingo podía verse a gente desayunando al aire libre en una conocida panadería. A continuación la Av. Montero Ríos se encontraba ya revestida de pancartas publicitarias, deportistas, voluntarios de la AECC, que ya tenía montados sus puestos de información, con todo el merchandising que requería el evento y la voz de mi amigo Gonzalo Méndez (spieker un año más del evento) amenizando la mañana de los allí presentes con el sentido del humor que le caracteriza.  Algunos de mis compañeros de fatiga se encontraban en las inmediaciones de la Diputación Provincial, acompañados de una pequeña muestra de nuestros vehículos adaptados, mientras esperaban a que terminase de llegar todo el equipo. Mientras pisaba todo aquel evento, era perfectamente consciente que ese no iba a ser mi mejor día precisamente y de que aquella tampoco iba a ser una marcha más, sino una de las más importantes para mí de en cuantas había participado y que deseaba darlo todo en nombre, no solamente de las personas enfermas de cáncer, sino en memoria de cada uno de los familiares y amigos que a lo largo de los años perdieron su batalla contra la enfermedad, entre los que se encontraba mi suegra Elisa. A todos ellos tenía pensado dedicar cada una de mis gotas de sudor durante la marcha, por lo que de manera alguna me podía permitir el lujo de desfallecer por el camino. (No soy hombre de hacer promesas a los dioses, de manera que se la había hecho a mi propio orgullo y no pensaba bajar la oreja fallándole).


La III MARCHA CONTRA EL CÁNCER resultó ser un éxito de participación batiendo el récord de participación al superar los 2.500 inscritos. Más de 5000 piernas ligadas a plantarle cara a una ruta de 6.5 Km, con una sonrisa en los labios. Según información del periódico digital PONTEVEDRA VIVA, la participante más joven fue Enma de tan solo siete meses, mientras que el más veterano atendía al nombre de Jaime Aboy, que con 86 primaveras era el alma con más experiencia, (sin duda todo un Clint Eastwood que nos venía a decir a los más jubilosos que los límites se hallan más en nuestras ganas que en nuestros miembros), mientras iba sentado en una de las bicicletas Duets del Programa RODANDO. Lo que yo ignoraba en ese momento es que yo iba a tener que ir a los mandos de otra de las duets en lugar de uno de mis queridos triciclos, el cual habiendo pinchado una de las ruedas todavía no había podido ser reparado. Y es que manejar uno de estos vehículos siempre me dio bastante inseguridad y debo reconocer que he tenido algún que otro accidente con ellos, por lo que les he cogido bastante respeto. De todos modos si me tengo que subir a ellos... pues lo hago (algo que en el caso de los aviones a día de hoy es imposible), pero para mí la duet no deja de ser un vehículo bastante engañoso que en algunas curvas te puede realizar alguna que otra faena si no lo tienes bien dominado.
 

¡Reconozco que sudé la camiseta! y que en algún que otro momento pensé en apearme del vehículo y tirar la toalla, pero el orgullo me llevaba a decirle a mis compañeros que todo iba perfectamente. ¡Claro, uno se cree STALLONE y luego el cuerpo protesta! Pero el motivo de la carrera merecía el sacrificio y si algo se sobre carga... bueno, los (as) fisioterapeutas también tienen que comer ¿no?. En el fondo seguí adelante, porque Elisa estaba en mi corazón, porque Mayka también participaba y deseaba poder hacerlo a su lado aunque fuese una vez en la vida. Además mientras iba pedaleando, pensaba que si esa fuese la última marcha de este tipo y con ello no estoy insinuando que lo vaya a dejar, sería el final perfecto para mi pequeña aventura ciclista. En todo caso, insisto en que esto fue un pensamiento fugaz y que el Programa RODANDO podrá seguir contando con mi presencia durante mucho tiempo siempre que el destino no se encapriche de lo contrario. 




Al final todos juntos conseguimos hacer el recorrido en lo que fue en mi opinión otra emocionante aventura sobre ruedas llegando una vez más a la meta todos juntos, sin importarnos lo más mínimo el puesto de llegada, pues jamás pensé en esta marcha como una competición. Llevé una gran alegría cuando una vez en la meta me enteré de que nos habían dado un premio especial. De todos modos, creo que el mejor regalo que uno puede tener es tener la fuerza suficiente para seguir pudiendo aportar nuestro granito de arena a la sociedad y hacer que si es posible, algún día la palabra cáncer ya no tenga que amedrentar a nadia, porque eso significaría que la ciencia habría dado con el milagro de su erradicación. 


Un abrazo a todos los que han conseguido que el pasado domingo 6 de octubre, fuese un mal día para el cáncer y una hermosa jornada para la esperanza...



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