Días
en los que uno se sienta tan satisfecho de uno mismo, como fue mi caso ayer,
suceden muy de vez en cuando en la vida, al menos en la mía y que una
experiencia así sea posible gracias al buen hacer del voluntariado, es todo un
privilegio muy bien representado en el grupo de bicicletas adaptadas RODANDO, a
los que una vez más quiero mostrar desde estas humildes palabras mi más sentido
agradecimiento. Silvia, coordinadora de Rodando, Gema y Montse, fueron las
extraordinarias voluntarias que hicieron posible esta increíble y añorada
aventura.
Hace
unas semanas se me ocurrió la idea a mi amiga Silvia la idea de hacer A Ruta da
Pedra da Auga, una idea que me ilusionaba, pero qué al mismo tiempo, desconocía
si sería capaz de llevar a cabo. Me respondió que la idea le parecía genial y
qué si le daba algunos días, intentaría organizar algo. Pensé que le llevaría
un tiempo organizar algo así, pero apenas unas horas más tarde, ya me estaba
ofreciendo una fecha; el 3 de noviembre. Con esta idea sobre mi cabeza, me pasé
dos semanas preparándome en el gimnasio, para una caminata, monte a través,
pero cualquier expectativa se queda corta ante la acción real cuando ésta
finalmente sucede.
Ayer,
a las 9 de la mañana me encontraba ya esperando a Silvia para hacer en coche el
trayecto Pontevedra-Meis, donde tendría lugar la caminata. Llegamos alrededor de
las 10:30, con mucha ilusión y petates a la espalda con material esencial. Pensé
que iba a hacer la caminata de manera descendente, lo cual sería algo más fácil,
pero fue todo lo contrario. Fue un continuado ascenso entre parajes naturales,
terrenos irregulares y buena compañía que se prolongó durante dos intensas
horas. Una experiencia, diferente, enriquecedora, que se sacó de la rutina y me
sumergió de lleno en algo distinto, que puso a prueba mi capacidad física y
mental. Mientras ascendíamos, nos íbamos encontrando con numerosos caminantes, algunos
ascendiendo, otros descendiendo a los que saludamos con la frase “Buen camino”
y es que algunos de estos marchantes eran peregrinos haciendo una variante del
Camino de Santiago (o eso me pareció entender). Reconozco que no es nada sencillo
para una persona de mis características realizar este tipo de recorridos, en
más de una ocasión temí irme de bruces, pero al mismo tiempo mi temeridad me
hacía escoger casi siempre los pasos más complicados, pues creía que ahí se
encontraba parte de la belleza del trayecto, del mérito a la hora de emprender
este tipo de retos. Tras completar el ascenso nos tocó reponer fuerzas, como no
podía ser de otro modo, debatíamos ya sobre cual podría ser el siguiente reto,
el Camino de Santiago por etapas, salió a relucir, ¿Quién sabe?, yo lo único
que tengo claro es que tengo muchas ganas de seguir realizando este tipo de
actividades, pues son un buen aliciente, a la hora de aumentar la autoestima.
Una idea…
“Me
han comentado que el monte de la Flacha (Pontevedra) cuenta con una buena ruta,
varios miradores y hermosos paisajes”, no sé, creo que puede ser una posibilidad…
yo lo dejo caer.
No
olvidemos nunca: LA MAYORÍA DE LOS LÍMITES, ESTÁN EN NUESTRA MENTE. LA VIDA ES
UNA CUESTIÓN DE APTITUD Y LA MÍA HA EMPEZADO A CAMBIAR.
Silvia,
Gema, Montse ¡Muchas gracias por esta oportunidad! Sois las mejores.
Un cordial
abrazo a todas.
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