La última etapa hasta el momento y la penúltima de todo el Camino de Santiago para el Grupo de Andarines Rodando transcurrió el día de ayer entre San Miguel de Valga y Picaraña. Ya nos queda un suspiro para completar este gran sueño en el que al menos yo, he puesto todo el amor y toda la ilusión que soy capaz de albergar en mi corazón. Fue una ruta diferente, pues haciendo gala de los tiempos en los que nos encontramos decidimos hacer nuestra ruta con adornos navideño, algo que le dio un toque todavía más festivo a la actividad, hasta el punto de convertir este día, en algo diferente al resto de las etapas, aunque en el fondo creo que cada día, cada etapa del Camino es irrepetible, única y no se puede comparar con sus hermanas.
No fue ni mucho meno la etapa más dura, aunque en algunos momentos reconozco que se me hacía larga, llevaba varios días con las piernas tensionadas, doloridas y una vez más el fantasma que te invita a abandonar, volvía a llamar a mi puerta, ahora me alegro mucho de no haberle hecho caso, a pesar de que para ello necesité un tirón de orejas de una querida amiga que no estaba dispuesta a verme abandonar. ¡Gracias Rosi!
Una vez más nuestros pasos nos condujeron por toda clase de terrenos, aunque el asfalto fue el rey del día, con permiso eso sí de los cementerios, los cuales pasamos al lado de unos cuantos. Pero fue en uno de ellos, el de Adina, en Padrón, donde tuve la oportunidad de visitar la tumba del Ilustre Don Camilo José Cela (1916-2002). Sin duda una de las anécdotas más literariamente emotivas que me ha regalado esta aventura y a quien, con el permiso de mis compañeros me gustaría dedicar esta etapa. Y es que, a pesar de que no sea uno de mis autores predilectos, uno siempre debe encogerse ante un Nóbel de las Letras.
Proseguimos nuestra ruta, calles, caminos... y sobre todo mucha carretera. Pero la meta, después de más de seis horas de caminata, nos tenía reservado una última sorpresa; el encontrarnos con un grupo de moteros, con los cuales tuvimos la suerte de hacernos fotos. Personalmente, daría mi Compostelana por subirme en alguna de aquellas Harley`s, pero no pudo ser, en lugar de ello, nos fuimos todos a los coches para dirigirnos al restaurante.
Ahora nos toca esperar por la última etapa, el día en que coronemos este proyecto con nuestra llegada a la Catedral de Santiago, yo al menos, lo estoy deseando. En un principio, este momento está programado para el próximo día 2 de Enero. Desde lo más profundo de mi alma, estoy deseando que ese momento llegue...
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