MADRE
E HIJA COMPARTEN
UN
SUEÑO.
POR
José Sergio
González Rodríguez.
Imaginemos a Mayka. Una mujer en la
cuarta década de la vida. Una mujer vital, en cuyo interior anidan la superación
constante, que siempre interiorizó el ideal de coger el toro por los cuernos a
la hora de afrontar sus retos diarios. Una mujer, que siempre tuvo que
esforzarse más que los otros para conseguir sus metas, por pequeñas aunque no
banales, que fuesen. Vino al mundo en el año 1974, pero no lo hizo sola, vino
acompañada de por vida por una Parálisis Cerebral, una patología que no pidió,
que es de por vida y que le obligó a dar siempre lo mejor de sí misma. De
padres gallegos, nació en la ciudad francesa de Metz, donde vivió hasta los 24
años, momento en el que su familia se volvió para España. Después de casi un
cuarto de siglo, de haber vivido con toda la plenitud que sus limitaciones y
capacidades que posee, un día tuvo que dejar su Centro, su formación, sus
amigos, olvidarse de su idioma de leche y aprender uno nuevo para poder venirse
a España, donde estaba la familia de sus padres, tuvo que buscar un Centro
donde seguir desarrollándose como persona hasta conseguir sacar a relucir todo
su potencial. Al llegar a Pontevedra su familia se instaló en un piso de su
propiedad situado en la Avd. De Buenos Aires, frente al Club Náutico. Desde su
casa se puede contemplar el Lérez, se pueden ver cada 25 de Julio los fuegos de
luces dedicados al Apóstol Santiago y ver como las embarcaciones y los
piragüistas, reman por sus aguas. El
problema, es que la casa de Mayka se encuentra en un segundo piso sin ascensor,
ello se debe a que es un edificio antiguo, de solamente dos plantas y por lo
tanto no necesita contar con este servicio. Y es posible que para una mayoría
de la gente sea así, pero para ella, tener que subir y bajar dos pisos del
brazo de una persona siempre supuso un gran esfuerzo, pero nunca desfalleció ni
se quejó. Pero el tiempo pasa y hoy Mayka tiene ya 49 años, se sigue
considerando joven, lo es, pero también se da cuenta de que con el paso del
tiempo, las cosas cuestan más, el cuerpo no alberga la misma fuerza de antes y
sus caderas hace ya mucho que se están quejando.
Hace 5 años que esta joven perdió a su
madre, su padre varios años antes y nuestra protagonista se encontró por
primera vez sola ante el abismo. Puede que no sola del todo, porque tiene un
hermano, sobrinos, me tiene a mí, su pareja, a mi familia, a la Asociación
Amencer-Aspace, pero nada que pueda suplir esa figura materna que siempre fue
su guía, su modelo de vida, a la que siempre estuvo apegada y de la cual se
tuvo que separar. Y lo hizo, porque una enfermedad se la llevó, porque la vida
no se detiene ante nada y la enfermedad la atacó de manera desbastadora. Desde
entonces la vida de Mayka, no ha vuelto a ser la misma. Y eso es porque de la
noche a la mañana, esta mujer se quedó sin su gran referencia, la persona en la
que se apoyaba ante cualquier incertidumbre y de golpe y porrazo se vio obliga
a asumir el control absoluto de su tiempo, tomar sus propias decisiones, pero
sobre todo hacer frente a un tiempo de soledad.
Su hermano, Ramón vive en Catoira,
junto con su familia y trabaja en la
ciudad de Santiago, ello hace que el hombre no pueda dedicarle a su hermana
todo el tiempo que le gustaría. La visita, se preocupa por ella, le manda
dinero, pero deja que ella viva según sus deseos. “Mayka no quería dejar
Pontevedra”, Ramón respetó sus deseos y le buscó a una persona que viviese con
ella mientras no llegase la ansiada residencia. Por ello, durante los últimos
cinco años; la mujer siguió viviendo en su casa, en su segundo piso, en
compañía de una chica y su familia que viven con ella y la asisten en las
necesidades diarias. La preparan por las mañanas y le dan el desayuno antes de
ir al Centro de Día y por las noches la asean y la acuestan. Eso es todo. Mayka
está bien atendida… pero se siente sola. Esa mujer que la acompaña, no lleva su
sangre, no le tienen ningún afecto y nuestra protagonista se siente sola.
Además de la chica, con Mayka, viven la pareja de ésta y dos niñas pequeñas,
una de ellas, todavía bebé. Eso significa que su vida se encuentra condicionada
por las dos pequeñas, con todo lo que eso conlleva.
Mayka, en casa no tiene con quien hablar. Nadie interactúa
con ella y eso le hace pensar en su madre, le hace añorarla a cada instante,
mientras busca desesperadamente una salida que no encuentra. Entonces su vida
se llena de nostalgia, de pensamientos negativos que le llevan a preguntarse
qué sentido tiene su vida. Entonces, piensa en su pareja. Piensa en mí:
Llevo 17 años
compartiendo mi vida con esta mujer, la amo y no me gusta verla sufrir.
Pero también por todo ese tiempo que llevo a su lado, creo que conozco muy bien
su realidad y por lo tanto, pese a mis humildes conocimientos, considero que sé
perfectamente lo que necesita en su vida.
Estabilidad.
Cuando estamos juntos, procuro darle todo el cariño que
puedo, todas las comodidades que puedo permitirme y brindarle la oportunidad de
que también conozca el lado bueno de la vida. Por las tardes, cuando ella sale
del Centro, paseamos, nos vamos a tomar un café o la acompaño a los comercios
de ropa, porque sé que la moda, le encanta, que es una mujer elegante a la que
le apasiona la belleza. También nos vamos a tomar un café, hacemos la compra,
juntos y demás quehaceres, tratando de llevar una vida lo más “normal” posible.
Otras veces, nos vamos para mi casa y disfrutamos de alguna serie o película en
alguna de las plataformas. Después cenamos juntos y ella vuelve para su casa.
Lo hace con pesar, consciente de que tiene que volver a una realidad que no le
gusta y que además… está llena de recuerdos. Y lo hace cruzando toda la ciudad,
todos los días del año, haga frio o calor, llueva o no… sola, 365 días al año.
Yo en alguna ocasión trato de acompañarla, pero a esas horas suelo encontrarme
ya bastante cansado y la mayor parte de las veces, me limito a observarla desde
el portal, con un enorme pesar sobre los hombros y una pregunta rondando sobre
mi cabeza “¿Habré hecho suficiente hoy?”
Mayka dice que: “Su casa ya no es su casa”, o “¿Para cuándo
la residencia?”, yo, nunca sé que responderle. Solamente que no pierda la
esperanza, que las cosas van a cambiar en breve, pero llevo diciéndoselo 5
años… y nada cambia. Mayka sigue llegando a su casa donde la TV o su Tablet,
son su única compañía y se duerme cada noche pensando que mañana será una
triste fotocopia de hoy.
Mayka tiene un sueño. Uno que compartía con su madre. Y no
es otro que vivir en una residencia. Quiere que la residencia de Amencer sea el
hogar que ahora mismo no tiene. Que nadie más le puede dar. Porque Amencer, es
familia. Su otra familia. Mayka no quiere más tiritas a su situación, desea una
cura definitiva. Y esa cura solamente puede llegar cuando la Asociación consiga
abrir las puertas de su residencia y ella ocupe una plaza allí.
LA RESIDENCIA
AMENCER-ASPACE.
La Asociación Amencer Aspace cuenta con un edificio donde
albergará su futura residencias en las instalaciones de la Fundación ONCE
situadas en Campologo (Pontevedra). El edificio fue entregado por el
Ayuntamiento de Pontevedra, la primavera pasada. Ahora falta, ponerla en
funcionamiento. Pero se trata de un proceso complejo, costoso y se necesita de
la ayuda de las Instituciones, del Estado, de La Xunta de Galicia, para que
apruebe las plazas necesarias para que se pueda poner en marcha con todo el
personal y demás medios que ello conlleva.
No es sencillo. Pero es necesario.
Como nuestra protagonista de hoy, otras muchas personas,
necesitan de esperanza, familias que necesitan un futuro para sus hijos/as, hermanos/as… Padres que no van
a estar siempre y que lo han dado hasta ahora todo y más por sus hijos,
necesitan que otros sigan su labor y velen por su futuro y bienestar. Pues
tiene Derecho a él.
Amencer necesita abrir su residencia y Mayka necesita un
nuevo hogar.
Por ello, ruego a las autoridades que den los pasos
necesarios para que el sueño de Mayka, de su madre y de otras muchas personas se
haga realidad y no es otro que convertir la Residencia de esta Asociación, en
su nuevo hogar.
28
de Febrero de 2024
MIRANDO
FIJAMENTE AL HORIZONTE
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