martes, 28 de octubre de 2014
jueves, 16 de octubre de 2014
COMO DESEO QUE ME TRATEN
La
relación que tenemos con el medio que nos rodea, es algo que nos acompaña y nos
influye durante toda nuestra vida, desde que nacemos hasta que nos morimos. El ser
humano, además es un animal social, lo que significa que necesita estar
conviviendo con otros como él la mayor parte del tiempo, por ello es muy
importante que la empatía sea un medio de canalización vital en nuestra
existencia. No deseo andar mucho por las ramas, para no alargarme demasiado, de
manera que me centraré en el meollo del asunto. ¿Cómo debo tratar a una persona
con discapacidad?, o lo que es lo mismo, como le gustaría ser tratada por
cualquiera de los que la rodean.
Si
volvemos a leer la frase “¿Cómo debo tratar a una persona con discapacidad?”, y
lo hacemos con detenimiento, hallaremos que el sujeto es persona… pero además,
nos indica algo que es tan obvio, que muchas veces nos olvidamos de ello, y es
que todos llevamos a una persona dentro de nuestro cuerpo. Ello
significa que no podemos ser tratados como meros objetos decorativos, sino como
seres vivos participativos, para bien o para mal, en todos los momentos de la
vida. ¿Por qué digo todo esto?, sencillamente, porque a la sociedad, cuando tiene
que convivir con las personas con discapacidad, normalmente le suelen dar más importancia
a la discapacidad, que a las demás cualidades del sujeto.
Todos
somos personas, incluso las que padecemos una discapacidad, pero, realmente,
¿Conocemos a alguien de nuestro entorno que no tenga incapacidad alguna?, ¿Qué
entendemos realmente por capacidad y discapacidad?, si lo pensamos bien, todos,
tenemos nuestras limitaciones, pues no todos podemos jugar al fútbol al nivel
de Cristiano Ronaldo, como no todos dominamos las matemáticas o podemos ser
astronautas. No, todos tenemos limitaciones, simplemente unos las tienen más
severas que los demás, debido a los avatares de la vida. Por ello no creo que
cuando nos crucemos por la calle con alguien que usa silla de ruedas, por poner
un ejemplo, lo debamos tildar de “diferente.”
Damos
por hecho que una persona en silla de ruedas es un ser débil, una persona mermada
que no tiene las mismas necesidades que los demás. Pero, todo ello no es más
que la consecuencia de nuestros propios perjuicios. Porque en realidad, la
persona que tenemos ante nosotros, casi seguro, tiene las mismas ilusiones y
necesidades que nosotros. Es decir; respeto, cariño, miedo, deseos,
preocupaciones, opiniones, etc. Que una persona con parálisis cerebral, o con
Síndrome de Dowm, por poner un par de ejemplos, cuando va por la calle, sólo o
acompañado, se sienta observado, ya sea con cara de lástima o de burla, que hay
excesos hacia ambos márgenes, hará que se sienta mal consigo mismo y creará un
ambiente tóxico, cuando en realidad no hay motivo para ello, porque todos
formamos parte de un mismo paisaje.
“A
veces la discapacidad está en el ojo ajeno.”
Yo
soy paralítico cerebral, lo que significa que en mi cerebro se ha producido una
lesión, en mi caso durante el parto que afecta de una manera muy especial a mi
Aparato Locomotor. Este tipo de lesiones, que no son degenerativas pueden dar lugar
a muchos tipos de trastornos, problemas de movilidad, retraso mental,
convulsiones, y un largo etc. Además su gravedad puede ir de la dependencia
total a casos tan leves, que pasarían desapercibidos, pues no dificultarían
ningún proceso de la vida diaria. Por ello, generalizar, es al menos en estos
casos, un grave error. “No hay dos casos iguales” Esto significa que lo peor
que podemos hacer al tratar con los demás, es generalizar y meter a todos el
mundo en el mismo saco.
Y
llegado a este punto; creo que es momento de centrarnos a un nivel más
personal:
“A
pesar de ser un soñador, no cuento con ser campeón de Fórmula 1.”
“Cada
uno es quien es, no quien desearía ser.”
Pese
a todo, creo que puedo ofrecer muchas cosas a los demás si me dan la
oportunidad adecuada y sobre todo, he llegado a la conclusión de que la suma de
mis capacidades es mayor que la de mis limitaciones, por lo que no creo que
tenga que reprocharle demasiado a la vida; aunque lo haga en ocasiones. Todos tenemos
nuestros momentos de debilidad. Por ello, no pido que me dejen ser Presidente
de España, solamente que me dejen realizarme como persona a la medida real de
mis posibilidades. Y con ello poder participar más activamente en la vida. Para
ello lo primero que necesito es que la gente deje de pensar en mí como un vicho
raro. Y me dé la oportunidad de demostrar quién soy en realidad. Si tienen
dudas sobre mí, no es necesario que empiecen a especular, pues lo más seguro,
es que con ello, en lugar de dar conmigo, seguramente entren en mundos
fantasiosos alejados de cualquier realidad. Por el contrario, lo mejor que
pueden hacer para conocerme mejor es hablar conmigo, preguntarme o en mi
ausencia, hacerlo con las personas que me conozcan. Y luego, si realmente están
interesados en mí, estudiar la mejor forma de que nuestras realidades confluyan
lo más armónicamente posible.
También
es importante que te sinceres contigo mismo; que asegures de que no entras en
mi vida, como si lo hicieses en un laboratorio para experimentar. Una vez más
te recuerdo que soy una persona de carne y hueso, con unos sentimientos, que en
la mayor parte de los casos, se suelen encontrar a flor de piel, aunque a veces
de la impresión de que no los tenga. Otra vez más, las apariencias engañan. De todos
modos, si al final decides entrar en mi mundo, que sepas que lo vas a hacer en
un universo único, apasionante, donde no habrá lugar para la indiferencia. Y en
el que serás muy bien recibido. Que poco
a poco, nos vamos a ir descubriendo y podemos llegar a sentir unas
sensaciones tan maravillosas, que es imposible describirlas en mil caracteres.
José
Sergio González Rodríguez.
miércoles, 15 de octubre de 2014
EL PLACER DE PASEAR
Uno
de los mayores placeres que he conocido en esta vida es el de pasear. Pero,
como es lógico, cuando hablo de paseo, no me refiero a subirse en un coche o
una moto, para hacer un recorrido lento pero de muchos kilómetros, hablo del
arte de caminar. De esos paseos lentos, en los que uno va contemplando el
paisaje e interactuando con el medio que lo rodea, con la hermosa melodía de
los pájaros como hilo musical de fondo. Para mí, caminar siempre fue algo muy
importante, quizás por el mero hecho de que en algún momento de mi vida, hace
ya muchos años, pensé que sería una actividad que nunca podría realizar, al
menos de una manera autónoma. Si Dios existiese, le daría las gracias, por
permitirme hacerlo, pero, no creo que exista, de manera que considero esta
cualidad, algo surgido de la necesidad de adaptarse a nuestro entorno, el
caminar sobre las extremidades inferiores, ha sido uno de los mayores
progresos, de la evolución humana junto
con el habla o el cocinar… entre otros muchos.
Muchas veces cuando acudo al Centro de Día, me
fijo en mis compañeros postrados en sillas de ruedas de una manera permanente.
Algunos incluso necesitan ser transportados en una grúa cuando tienen que
llevar a cabo sus intimidades. Personas que desde muy pronto tuvieron que
aprender, que el pudor, nunca iba a ser un buen aliado en sus vidas. Y como me
dijo muchas veces mi madre; -A eso se llega pronto.- Por ese motivo, considero
que caminar es un privilegio y me siento bastante molesto cuando escucho a
alguien decir que va a coger el coche, para acudir al bar que se encuentra dos
calles más abajo. Yo voy andando a todos los sitios que puedo, llego a pasar
horas deambulando de un lado para otro, por mero placer. Si tengo que
transportar comida, pues uso carros de la compra, si lo que hago es llevar un
libro o un portátil, tengo sus respectivas mochilas. Más ahora que los hombres
nos decidimos a llevar bolso, riñonera y demás artilugios, no sé si por
comodidad, o por un cierto fetichismo, pero el caso es que esta moda se ha
impuesto y eso me gusta. No obstante, pasear, es mucho más que eso, es
interactuar con el medio, disfrutar pausadamente de los bellos paisajes y
ambientes que nos rodean.
Cuando
camino por la ciudad, es raro el día que no me encuentro con alguien conocido,
normalmente apurado, lo cual no es bueno, pero que se le va a hacer, la
sociedad se empeña en hacernos vivir a prisa.
Me tiene contado mi abuelo, ya desaparecido,
que en sus tiempos mozos, las parejas disfrutaban los domingos de hermosos
paseos románticos por la alameda de la ciudad, algo muy habitual en la sociedad
de aquellos tiempos; hoy, en cambio, si dices que te vas a pasear por ahí un
día cualquiera, a sentarte en el banco de un parque a leer o a contemplar las
gaviotas, en lugar de estar en casa o metido en una cafetería, parece que eres
un bicho raro, cuando no te llaman enfermo o vagabundo e incluso te dicen si te
quieres parecer a los viejos. Como si éstos no hubiesen llegado a ahí, en parte
por sus buenos hábitos. No entienden, o
no quieren entender, que en la vida todavía se puede disfrutar de un tipo de
placer que no requiere de coste económico alguno, que alguno de los más hermoso
placeres, no los crea la ciencia, sino que la propia naturaleza, nos los ha
endosado de serie, simplemente, tenemos que darnos a posibilidad de
descubrirlos. Y si alguien piensa que por pasear, dejo de contribuir a la
sociedad o de consumir, que no sé disfrutar de los bares, como los demás hijos
de vecino, que lo olvide, porque después de un buen paseo, un servidor, suele
sentarse en alguna cafetería, donde en buena compañía de un libro, puede
disfrutar de otro gran placer; el de la lectura, aunque este, no suele ser
gratuito.
martes, 14 de octubre de 2014
nni
Este es el último artículo que he escrito para el blog de la asociación Amencer-ASPACE
14 de octubre de 2014
ERASE UNA VEZ…EL HABLA
Por
José Sergio González Rodríguez
Usuario del Centro de Día Amencer-Pontevedra.
Visita a la exposición de La Caixa
El pasado viernes 28 de septiembre, los miembros del Centro de Día Amencer-Pontevedra visitamos la exposición que La Caixa instaló en La Plaza de España de Pontevedra, para conocer de cerca los orígenes del habla. Otra vuelta de tuerca a la historia de la evolución humana, exhibida el pasado año.
Durante toda la visita fuimos asesorados por un guía que nos fue contando la historia que encierra la exposición, lo cual nos hizo la visita mucho más amena. No nos olvidemos que comunicarnos con un sistema tan complejo como el nuestro es el resultado de un largo proceso evolutivo, que nos ha llevado al puesto más alto de la escala biológica. Entre otras cosas, fuimos testigos directos de como el cerebro humano se fue agrandando en tamaño y capacidad con el paso de los años. E incluso mucho más que eso, en la exposición nos hablaron de los sistemas más simples de este proceso, aquel que se desarrolla entre seres incluso unicelulares.
Por otra parte, también nos encontramos con unas figuras que representaban en una cueva a nuestros primos los Neardentales, concretamente como vivían estos seres en cuevas, teniendo ya un concepto muy desarrollado de la familia. Algunos estudios genéticos, parecen indicar que el hombre moderno puede llevar en su cuerpo genes pertenecientes a estos seres.
Hemos visto como surgieron los diferentes idiomas, así como otros modelos de comunicación; (braille, etc).
Tras la visita, antes de volver al Centro, tuvimos tiempo para tomarnos un café rápido, pero que nos sirvió para recargar pilas y comentar la visita.
domingo, 12 de octubre de 2014
martes, 7 de octubre de 2014
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PLAZAS PMR
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