¡A MI SEÑOR!
¡Estimado Padre que habitas en el Cielo!
Ante todo, ¡Gracias por darme la vida!
también deseo mostrarte mi arrepentimiento,
por cada vez que te he fallado, o pecado hacia
ti.
Lamento cada vez que me he desviado de tu
sendero vital,
y pido perdón, honestamente, por cada vez que
he renegado de tu nombre.
A demás reconozco haber pecado con obras que
has salido a la luz, en las que se ponen en duda, como mínimo, tu mera
existencia. De todo ello, me arrepiento, hasta lo más hondo de mi alma.
Sin tu presencia, sólo tengo las tinieblas,
mi mente se llena de pensamientos oscuros,
que me hacen temblar el alma.
Además soy una ser frágil, que se desvía con
facilidad.
Me encuentro lleno de temores,
Sintiendo pánico, por la enfermedad y la
muerte,
y mi constante pensamiento en ellas,
hacen de mí un desdichado incapaz de ser feliz.
Mi alma tiembla por dentro,
mis sueños se corrompen en la noche,
y no soy capaz de disfrutar el momento.
La fatalidad es una constante en mi vida,
mientras me siento encerrado,
en un oscuro callejón sin salida.
Te necesito, estoy deseoso de tu abrazo,
me faltan palabras de consuelo al oído,
deseo levantarme con ilusión cada jornada,
pero siempre, nada más despertar,
los pesares se apoderan de mi mente.
Deseo vivir hasta la vejez, deseo salud,
siendo consciente de que pido demasiado,
pero juro, no lo puedo evitar.
Es posible, que no merezca tal cosa,
y no voy a hacerte promesas concretas,
pero en mi vida, siendo tuya, por bien,
siempre he de tenerte presente,
mientras ruego porque me la conserves mucho
tiempo.
¡Por favor, Dios mío!
Sé que me escuchas,
en algún lugar del universo,
te ruego por mi salud,
y por un larga vida,
esperando con ello, no caer en pecado.
De antemano, te doy ¡Las gracias! AMEN.
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