A JESUCRISTO, AMIGO, DIOS Y SEÑOR MIO.
Sábado
7 de Septiembre del año 2002.
Muy señor mío, Padre todo poderoso y Dios del universo, me dirijo a ti
para poder explicarte lo mejor que me sea posible el decepcionante y pesimista
comportamiento, que en estos últimos tiempos he teniendo de manera repetitiva.
No sé ahora mismo con exactitud cual ha sido el origen de estos malos
pensamientos que estoy teniendo, pero si tengo claro cual es el motivo que me
lo causa, se trata del miedo a morirme. Sé perfectamente que es ley natural de
todo ser vivo pasar por este momento, en el cual, en el caso del hombre es el
puente que existe entre este mundo y ese otro a tu lado que nos tienes
preparado desde los confines de los tiempos. Y puede que sea este el paso más
justo que existe en la vida, pues es igual para todos, indiferentemente de cual
sea su situación civil, política y económica, pues ante ella se rinden sanos y
enfermos, ricos y pobres, blancos y negros, buenos y malos, nadie de forma
alguna puede burlarla y a todos afecta por igual. Pero el caso es que a mí me
asusta mucho ese momento y por ese motivo, o al menos en parte, he decidido
dirigirme a ti mediante esta carta, para que me ayudes a sobrellevar mejor esta
experiencia en el momento en que decidas que mi vida a tocado su fin y no dudo
que será el más acertado y ocurrirá además de la manera más adecuada, como todo
lo que de tu mano procede. Pero lo que yo más temo es que este momento al que
voy a tener que enfrentarme, llegue temprano, mientras sea joven, pues no
habría cosa en la vida más satisfactoria y deseada, y espero no pecar con ello,
que llegar a la vejez y si no fuese ser mucho pedir, acompañado de buena salud.
El caso es, como tú sabes, que debido a este pánico a la enfermedad y
a la muerte, me he ido encerrando en un peligroso mundo de malos pensamientos y
manías que consiguen que me pase mucho tiempo al día pensando en estas cosas y
rezando para que no me ocurra nada malo. Pero el caso más grave que creo
padecer, es la obsesión por la Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad
degenerativa y por lo que me han contado, poco común que descubrí que existía,
al menos en parte, mientras leía un libro escrito por una joven víctima de este mal, Apellidada Salou, y que por
cierto durante toda su vida, al menos durante el tiempo que estuvo enferma, se
comportó de un forma valiente y realista, dando de esta forma un gran ejemplo a
toda la sociedad, sobrándole ánimos incluso para luchar contra ella y ayudar a
otras personas en su misma situación con ánimos, seguramente buenos consejos e
incluso creando un beca para la investigación de esta enfermedad. Por eso te
ruego que, como gran religiosa que era, la tengas en tu gloria, así como a
todos los demás humanos que dejaron este mundo para reunirse contigo en el
cielo.
De manera que te ruego que me libres
de esta enfermedad siempre aunque sea este el único deseo que me concedas, pero
sólo si lo crees justo y conveniente, pues debe ser tu voluntad y no la mía, la
que se lleve a cabo. Te lo suplico, señor mío. Yo por mi parte intentaré
agradecértelo de la mejor manera que sé, que es procurando ser un persona fiel
a Jesús, tu amado hijo. Para ello intentaré ser una persona tolerante, amante
de la vida y de las buenas cosas, del amor. ( Pues yo no creo en la
desigualdad, ni en la violencia, ya que me considero hombre de paz, incapaz,
creo, de desearle nada injusto a nadie, de odiar, pues para mí lo más
importante es ser persona y eso, es algo que somos todos y cada uno de los
hombres y mujeres que pueblan tu tierra. No importa las ideas políticas, sociales,
religiosas... Porque al final, todos deberíamos querer lo mismo, el bien estar
y la felicidad común, aunque no siempre se esté de acuerdo a la hora de ponerlo
en práctica). “En este punto sólo tengo que decir, que sea cualesquiera la
forma de pensar, esta debería ser tolerante hacia las demás y defender siempre
dos cosas por encima de todo, y son la paz y el respeto por el prójimo,
ayudándonos los unos con los otros, en lugar de generar peleas y odios entre
nosotros. Como aquella frase que lo resume todo, diciendo, “Vive y deja vivir.”
Por eso me gustaría que todas esas personas que defienden sus ideas y objetivos
con odio, terror y violencia, les pediría, con tu permiso, que recapacitasen y
buscasen la forma, a pesar de que aveces, sea difícil de encontrar otro tipo de
soluciones, más coherentes y democráticas para todos. Y se lo pido a todos los
bandos, porque creo todos tenemos nuestras razones, pero también cometemos
muchas equivocaciones, y debemos empezar a reconocerlas, pues no hay buenas o
malas ideas, sino que correctas e incorrectas formas de llevarlas a cabo, y en
el peor de los casos, una rectificación a tiempo es la mejor solución.” Se que
me equivocaré en muchas ocasiones, tendré enfados, malos pensamientos, haré
cosas que no están bien y francamente, lo siento. También tengo mis vicios y
debilidades, algunos no muy buenos, supongo, pero te pido que no me los tengas
en cuenta, pues como hombre, también soy pecador y aunque reconozco que no está
bien, algunos de esos vicios, como puede ser el de la carne, me atraen mucho y
me siento feliz practicándolos, si buscar este tipo de satisfacciones, está
mal, de veras que lo siento. También te pido que me perdones si cuando trato de
buscar mi felicidad, menospreció o ignoro a ciertas personas, abandonándolas
por aburrirme con ellas y preferir las cosas a mi manera, pues algunas de mis
aficiones no son muy comunes entre personas de mi generación y eso en ocasiones
me hace tener que elegir entre buscar mi felicidad a la de los demás, si
escogiendo la mía, como suelo hacer, cometo algún pecado o falta, te pido que
me perdones, una vez más.
En último lugar y no menospreciando
a nadie por ello te piso Señor y Padre Santo que todo lo puede, que ayudes a mi
familia en todo lo que creas oportuno, pues a ellos y a ti, debo todo cuanto me
han querido, apoyado y dado toda mi vida, por ello doy gracias. Además creo que
pertenezco a una árbol genealógico cargado de buena gente a los cuales apreció
de todo corazón, pues es la familia una de las cosas más hermosas que nos da la
vida, y un motivo más que suficiente para no perder jamás la ilusión y las
ganas de trabajas por un mundo mejor.
Me despido ya, pues no se me ocurre
nada más que decir, aunque no dudo que tendría que disculparme por muchas más
cosas y me gustaría pedir por otras tantas personas, pero como tu ya sabes lo
que es mejor para cada cual, seguro que obrarás en consecuencia, de manera que
te doy las gracias porque sé que me escuchas.
José
Sergio González Rodríguez.
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