Palestina, tierra
asediada,
a base de falsas
infamias,
salidas de boca
occidental,
llena de maldades
osadas.
Israel como dios del mal,
creyéndose amo de las
almas,
impone su ley imperial,
a base de llorarle a América,
penas de eras ya pasadas.
Pueblo palestino que
lloras,
a los niños caídos por
balas,
luchando contra el
rudo fuego,
con pequeñas espadas
afiladas.
¡No te rindas
Palestina!
Que la libertad
siempre viste,
un endemoniado traje
de lágrimas.
Fuiste víctima de
embustes,
una dama cruelmente
engañada,
por la astucia de un
occidente,
deseoso de imponer su
posición,
a base de mentiras,
armas, y el poder
de los medios de
comunicación.
Israel y Palestina, en
disputa,
por una tierra
milenaria
que bautizaron
prometida,
la Tierra del Dios
sordo-ciego,
que hace tiempo, nos
ha olvidado,
quizás por culpa del
Alzehimer,
o porque sus hijos lo
han decepcionado.
Quizá porque su
existencia,
no es más que un mito
mayoritario
avalado por viejas
leyendas,
sostenido en su trono
de sangre,
por oscuras
tradiciones milenarias,
de improbada
credibilidad.
La cuna de Jesús, el
profeta,
al que la tradición da
por resucitado,
dícese que nació en la
Tierra,
que ahora quiere ser
colonizada,
por un sionismo
envalentonado.
Árabes contra judíos,
Moros contra
cristianos,
una lucha sin cuartel
ni sentido,
que tiene ya más de
dos mil años.
Dios es la excusa de
fantasía,
que más horror a
provocado,
alimentando el ego
desproporcionado,
de todo gobernante
equivocado.
¡A Dios pongo por
excusa!
Para hacer mi
voluntad,
os digo que el
altísimo,
en su grandeza y
santidad,
se ha dirigido
solamente a mí,
para revelarme su
verdad.
Si no me creéis,
probad mi falsa,
mientras yo tenga el
poder,
el altísimo bailará en
mi salsa.
Dios me bendijo, con
soldados,
y arsenales repletos
de armas,
quien no crea mi gran
verdad,
puede entrevistarse
con el Señor,
con el beneplácito de
mis balas.
Y si Dios permanece
callado,
es que me otorga este
capricho,
el destino de todos
los pueblos,
Estados Unidos, el
líder elegido,
nos bendice que con su
mano,
para que de esta
tierra proscrita,
los israelitas tomemos
el mando.
Para que, negociar con
extraños,
cuando Dios lucha de
mi lado,
con su fuerza y mi
cruel astucia,
cada vez más terreno
voy ganando,
hasta que todos los
demás pueblos,
inclinen ante mí su
débil rodilla,
aceptando que mi fe,
es la verdadera.
Todos los demás vagan
errados,
por senderos que
llevan al infierno,
solamente yo soy e
iluminado,
que ha visto la luz de
la divinidad,
postraros ante mí, que
si me ablando
igual acabáis
conociendo mi piedad.
José Sergio González Rodríguez.
Palestina, tierra
asediada,
a base de falsas
infamias,
salidas de boca
occidental,
llena de maldades
osadas.
Israel como dios del mal,
Israel como dios del mal,
creyéndose amo de las
almas,
impone su ley imperial,
a base de llorarle a América,
penas de eras ya pasadas.
impone su ley imperial,
a base de llorarle a América,
penas de eras ya pasadas.
Pueblo palestino que
lloras,
a los niños caídos por
balas,
luchando contra el
rudo fuego,
con pequeñas espadas
afiladas.
¡No te rindas
Palestina!
Que la libertad
siempre viste,
un endemoniado traje
de lágrimas.
Fuiste víctima de
embustes,
una dama cruelmente
engañada,
por la astucia de un
occidente,
deseoso de imponer su
posición,
a base de mentiras,
armas, y el poder
de los medios de
comunicación.
Israel y Palestina, en
disputa,
por una tierra
milenaria
que bautizaron
prometida,
la Tierra del Dios
sordo-ciego,
que hace tiempo, nos
ha olvidado,
quizás por culpa del
Alzehimer,
o porque sus hijos lo
han decepcionado.
Quizá porque su
existencia,
no es más que un mito
mayoritario
avalado por viejas
leyendas,
sostenido en su trono
de sangre,
por oscuras
tradiciones milenarias,
de improbada
credibilidad.
La cuna de Jesús, el
profeta,
al que la tradición da
por resucitado,
dícese que nació en la
Tierra,
que ahora quiere ser
colonizada,
por un sionismo
envalentonado.
Árabes contra judíos,
Moros contra
cristianos,
una lucha sin cuartel
ni sentido,
que tiene ya más de
dos mil años.
Dios es la excusa de
fantasía,
que más horror a
provocado,
alimentando el ego
desproporcionado,
de todo gobernante
equivocado.
¡A Dios pongo por
excusa!
Para hacer mi
voluntad,
os digo que el
altísimo,
en su grandeza y
santidad,
se ha dirigido
solamente a mí,
para revelarme su
verdad.
Si no me creéis,
probad mi falsa,
mientras yo tenga el
poder,
el altísimo bailará en
mi salsa.
Dios me bendijo, con
soldados,
y arsenales repletos
de armas,
quien no crea mi gran
verdad,
puede entrevistarse
con el Señor,
con el beneplácito de
mis balas.
Y si Dios permanece
callado,
es que me otorga este
capricho,
el destino de todos
los pueblos,
Estados Unidos, el
líder elegido,
nos bendice que con su
mano,
para que de esta
tierra proscrita,
los israelitas tomemos
el mando.
Para que, negociar con
extraños,
cuando Dios lucha de
mi lado,
con su fuerza y mi
cruel astucia,
cada vez más terreno
voy ganando,
hasta que todos los
demás pueblos,
inclinen ante mí su
débil rodilla,
aceptando que mi fe,
es la verdadera.
Todos los demás vagan
errados,
por senderos que
llevan al infierno,
solamente yo soy e
iluminado,
que ha visto la luz de
la divinidad,
postraros ante mí, que
si me ablando
igual acabáis
conociendo mi piedad.
José Sergio González Rodríguez.
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