viernes, 25 de julio de 2014

DIOS DEL MAL

Palestina, tierra asediada,
a base de falsas infamias,
salidas de boca occidental,
llena de maldades osadas.
Israel como dios del mal,
creyéndose amo de las almas,
impone su ley imperial,
a base de llorarle a América,
penas de eras ya pasadas.

Pueblo palestino que lloras,
a los niños caídos por balas,
luchando contra el rudo fuego,
con pequeñas espadas afiladas.
¡No te rindas Palestina!
Que la libertad siempre viste,
un endemoniado traje de lágrimas.
Fuiste víctima de embustes,
una dama cruelmente engañada,
por la astucia de un occidente,
deseoso de imponer su posición,
a base de mentiras, armas, y el poder
de los medios de comunicación.

Israel y Palestina, en disputa,
por una tierra milenaria
que bautizaron prometida,
la Tierra del Dios sordo-ciego,
que hace tiempo, nos ha olvidado,
quizás por culpa del Alzehimer,
o porque sus hijos lo han decepcionado.
Quizá porque su existencia,
no es más que un mito mayoritario
avalado por viejas leyendas,
sostenido en su trono de sangre,
por oscuras tradiciones milenarias,
de improbada credibilidad.

La cuna de Jesús, el profeta,
al que la tradición da por resucitado,
dícese que nació en la Tierra,
que ahora quiere ser colonizada,
por un sionismo envalentonado.
Árabes contra judíos,
Moros contra cristianos,
una lucha sin cuartel ni sentido,
que tiene ya más de dos mil años.
Dios es la excusa de fantasía,
que más horror a provocado,
alimentando el ego desproporcionado,
de todo gobernante equivocado.
¡A Dios pongo por excusa!
Para hacer mi voluntad,
os digo que el altísimo,
en su grandeza y santidad,
se ha dirigido solamente a mí,
para revelarme su verdad.
Si no me creéis, probad mi falsa,
mientras yo tenga el poder,
el altísimo bailará en mi salsa.
Dios me bendijo, con soldados,
y arsenales repletos de armas,
quien no crea mi gran verdad,
puede entrevistarse con el Señor,
con el beneplácito de mis balas.

Y si Dios permanece callado,
es que me otorga este capricho,
el destino de todos los pueblos,
Estados Unidos, el líder elegido,
nos bendice que con su mano,
para que de esta tierra proscrita,
los israelitas tomemos el mando.
Para que, negociar con extraños,
cuando Dios lucha de mi lado,
con su fuerza y mi cruel astucia,
cada vez más terreno voy ganando,
hasta que todos los demás pueblos,
inclinen ante mí su débil rodilla,
aceptando que mi fe, es la verdadera.
Todos los demás vagan errados,
por senderos que llevan al infierno,
solamente yo soy e iluminado,
que ha visto la luz de la divinidad,
postraros ante mí, que si me ablando
igual acabáis conociendo mi piedad.

José Sergio González Rodríguez.

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