Ciclogénesis de
remordimientos punzan mi débil alma,
recordándome las puertas prohibidas en donde peté,
archivando cada
pecado sedicioso en mi subconsciente,
haciendo de mi vida,
un duermevela sin gracia alguna.
¿Cuál ha sido el
clamor que me condujo a los deslices?
Juro por la sacra
naturaleza, que ignoro la desdicha,
mas temo el castigo
que pueda venir del santo cielo,
en justa represalia
por esta mi arrogancia mundana.
En mi danza con
Satanás, traté de sostenerle la mirada,
como poseedor de la
dichosa repudia que lo espanta,
pero su fortaleza es
como un forjado envenenado de óxido ,
que se te incrusta en
las venas, hasta pararte el corazón.
¿Cuál ha sido la
debilidad que me ha corrompido el alma?
Sin rebatirlo lo
confesaré a vuestras santas mercedes,
fueron las curvas de
una Eva que vislumbré entre la niebla,
una vampiresa con
encanto instalada en mis desvaríos.
Con ella, revoloteé
entre las lujuriosas sábanas de seda,
mientras intentábamos
alcanzar juntos el ansiado karma,
hasta que despertar
entre los sudores helados por el mal,
en la soledad incauta
de un lecho desolado por la ira.
Fue entonces cuando
las lágrimas del remordimiento,
adornaron mis
mejillas, cuando el llanto hizo su seña,
pues fue en ese
suspiro, cuando caí en la ruda cuenta,
de que el engaño a mi
amada, era ahora, un rudo canto.
José Sergio González Rodríguez
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