Soy ese sucio felino callejero,
que con la luna por testigo,
te fisgonea tras el ventanuco,
que guarda tu santo dormitorio.
Oteo tus volteos entre linos,
que miman tu piel desnuda,
eres el oasis de mis delirios,
en mi escarchada penumbra.
Y divago por tu alma cálida,
amansando mi ego erguido,
enfriando todo ese augurio,
que me acecha en la tiniebla.
Tragándome todo maullido,
te deseo con virtud enlatada,
eres el oro siempre codiciado,
que ceba mi aurora dorada.
18 de Octubre de 2018
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