Carta de amor
A
todos los humanos;
Las
tazas somos damas sensibles horneadas y decoradas con el único objetivo de
servir a la sociedad, en este sentido, nosotras al igual que las sartenes,
escobas y demás utensilios del hogar no somos más que objetos infravalorados
destinados a limpiar o aliviar las comodidades de los humanos. En mi caso sufro
constantes y bruscos cambios de temperatura que hacen mella en cada una de las
partículas que me forman. Tengo entendido que fuimos creadas del barro, igual
que el mismísimo Adam del que habla el Génesis, pero en nuestro caso los dioses
ante los que nos postramos son los humano.
Siempre
me han tratado de manera despectiva, igual que a cualquier otro ser del ecosistema
que forma cada vajilla, nadie nos ha preguntado jamás por nuestras
preferencias, sino que nos han creado en el silencio para que en momento alguno
podamos reclamar algún beneficio por nuestra contribución social a lo largo de
nuestra existencia. Ayer vertieron sobre
mi vientre una jarra de té caliente que me escaldó hasta el más profundo de mis
átomos. Cuantas bocas, nos besan y soban a todas horas, devoran las virtudes
que albergamos en nuestro vientre con total desprecio. Aunque tengo entendido
que no en todos los casos es así, también en nuestro caso se da la sociedad de
clases; “En este sentido te puedo decir que la gente no te valora igual si has
salido de Ikea o de Lladró, aunque la finalidad es siempre la misma, servir y
callar, es como si unos tuviesen más clase que otros a la hora de hacer su
trabajo. Eso es algo que se refleja muy bien en el mimo que nos muestran a unas
piezas u otras, como unas son acariciadas con mimo y aseadas con mesura
mientras las demás van de cualquier manera al lavavajillas o al fregadero de
turno. “He aquí otra muestra de represión social”. Somos testigos todas, de
infinidad de vivencias, miedos, alegrías y desazones mientras sentimos como el
mundo se va pudriendo a nuestro rededor.
Dices
que piensas mucho en la gente, que imaginas a los pobres jornaleros que han
elaborado el café que disfrutas tan intensamente y que aviva tus sentidos e
ilusiones. Pero en momento algo has hablado de las rudas manos del trabajador
que forjó mi esqueleto en un viejo torno, al que me vistió de una forma u otra
con un pincen y una receta a base de hermosas pinturas o dibujos que nos
decoran, dime; ¿Cuándo te has fijado por última vez en la decoración de una
taza de cafetería mientras tomabas un café?, nunca, te fijas en la prensa, en el
paisaje, pero jamás en la herramienta que te permite disfrutar de tus placeres
diarios. Nos coges sin vernos más que de pasado, nunca nos acaricias ni nos
acercas si no es para utilizarnos o comprobar que estemos impolutas en el
momento que nos utilizas, como si quisieses desvirgarnos a cada instante, como
prostitutas que usas, pagas para tu placer y olvidas hasta que vuelves a
necesitarnos. Y tú me hablas tus anhelos
de conquista, pues yo te hablo de respeto, del cuidado de aquellas cosas que te
facilitan cada día y que van desde una vieja zapatilla a un cómodo sofá, debes
apreciar el valor que aportamos a tu existencia y como somos herramientas
constantes a la hora de favorecer tu bienestar. ¿Cuándo comiste una sopa sin
cuchara?, ¿Qué valor le diste a la servilleta que limpió tu rostro de los
restos de comida?, yo soy taza, sí, pero represento a todos los objetos que son
víctimas de vandalismo, de aquellos que te dejas olvidados en la mitad de la
noche cuando disfrutas de tus momentos de ocio. La próxima vez que hables del
sabor agradable del café, también podías alabar el mimo del cuenco que te lo
proporcionó, la máquina que lo hizo o el envase que lo conservó en buen estado
hasta el momento de tu disfrute, “Porque le historia de los humanos, es también
la historia de los objetos que utilizaron”.
Mímame,
acaríciame como a esa pareja de la que buscas el mejor de los placeres, cuídame
y respétame para que podamos pasar juntos mucho tiempo, quiéreme como si fuese
un bebé en tus brazos, la joya que luces en las noches de gala, aséame con mimo
para que ninguna impureza me corrompa, sécame y guárdame para que siempre en
encuentres en plenas facultades y pueda servirte gustosamente.”¡Háblame, dime
que me quieres, que me valoras, lo importante que soy para ti!”. Soy consciente
de que cuando se está arriba, cuando uno tiene todo el poder es muy fácil
mostrar indiferencia hacia aquellos que solamente te dan por la cintura, como
también es cómodo aparentar caridad cuando uno nada en la opulencia. Puede que
yo solamente sea una taza, un objeto del
que uno puede prescindir con facilidad, pero ¿te has preguntado cuan
imprescindible eres tú?, pues fíjate que un café no guarda el mismo sabor en un
pocillo de cerámica que en uno de cristal, como tampoco se alimenta igual el
amo que guarda el grano que el siervo que recoge el que cae por el camino y es
posible que para otros semejantes a ti, tu presencia en la vida equivalga a un
simple pocillo de porcelana perdido sin futuro en medio de una vajilla de
plata…
El
mundo está sostenido por pocillos de café comprados en un todo a un Euro y son
muy pocos aquellos que llegan a vestirse de Lladró, por lo que no te fijes
solamente en cómo viven aquellos que guardan el cerebro de oro y aprende
siempre de aquellos que empujan la rueda que mueve el mundo, pues es más fácil
que pases por esta vida como taza de porcelana, que como cariz de plata.
Soy
consciente de que no poseo tu magia con las palabras, ni visto de traje gris,
pero también soy flor de jardín, tú serás girasol, pero yo soy jazmín.
Taza de café,
28 de junio de 2018
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