1
Fue la
pasada penumbra,
a pie, en
vilo,
como vigía
a la ventana,
intentaba
vagar por el limbo.
El frío
erizaba mi dermis,
mi corazón,
jugaba con el agobio,
la
incomprensión, era la constante,
y yo me perdía en tu recuerdo.
Venías a mi
mente con alevosía,
como en la
canción de Aute,
mientras la
emisora nocturna,
se repetía a
cada mísero instante.
Yo, pensaba
en ti,
desnuda, libre
de prejuicio,
dispuesta al
pecado
mientras
dormitas junto a mí.
Te deseo, te
añoro,
como el
cielo inconquistable,
que vigila
nuestro mundo,
con crueldad
incuestionable.
2
Mi mente se
disparó en la penumbra,
una bola de
cañón precipitada sobre tu ocaso,
vestiste mis
meditaciones con el absurdo,
hasta llenar
mi alma de ruda cizaña.
Entonces
Eolo mi inspiró con su brisa,
penetré por
unos instantes en el Nirvana,
y puede ver
como mi vida futura,
transcurría
delante de mis pupilas.
Pero todo se
había vuelto del revés,
la sociedad
era un paraíso de emociones,
la justicia
era ama absoluta del ser,
no había
muerte, sobraban las oraciones.
José Sergio González
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