En
este artículo publicado en el periódico de tirada nacional EL PAÍS, al que me
debo en devoción desde hace muchos años, trata el tema de azote como una herramienta
errónea a la hora de corregir el comportamiento rebelde de los hijos. https://elpais.com/elpais/2019/04/12/ideas/1555090842_589698.html . Según sus radicales defensores, el castigo
físico, no solamente es incapaz de corregir el mal comportamiento de nuestros
niños y adolescentes, sino que puede dejar en ellos importantes traumas
psicológicos que les afectarán el resto de sus días. El texto viene haciendo
referencia a una frase salida del Viejo Testamento que reza así; “Quienes no emplean la vara de la disciplina
odian a sus hijos”, si bien, lo enunciado resulta un tanto exagerado, tampoco
me parece muy criticable. A esta oración le podemos añadir otra perteneciente
al proverbio 13, versículo 24, donde podemos leer: Los que en verdad aman a sus hijos se preocupan lo suficiente para
disciplinarlos. Debo reconocer que sin ser un gran defensor de las Sagradas
Escrituras debo reconocer mi afinidad a dichos enunciados, como modelos
educativos válidos para los tiempos que corren, en los que muchos menores, han
perdido todo respeto a la autoridad de sus mayores, hasta conseguir en algunos
casos, conseguir dar la vuelta a toda norma y conseguir postrar a muchos
progenitores de rodillas ante ellos. ¿Qué puede haber de malo en una azotaina
de cuando en vez?, es posible que a primera vista la oración antes anunciada
pueda resultar un poco desmedida, quizás radical, pero siempre y cuando no se
llegue a proporciones de dolor o golpes de una intensidad fuera de lugar, un
azota, una bofetada bien dada “con la mano bien abierta” o el clásico tirón de
orejas de cuando en vez, no tiene por qué hacer mal a nadie, lo único que no se
puede concebir en manera algunas es la propinación de una paliza, de patadas,
humillaciones u otros tipos de mal trato. Pero una zurra bien dada… puede ser
una verdadera mano de santo. Eso sí, hay
dos importantes atenuantes que debemos tener siempre en cuenta antes de proceder
a cualquier tipo de castigo:
1.
Todo castigo debe ir precedido
por una explicación de los motivos que lo hacen merecedor del mismo. En caso de
un azote, se debe evitar el uso de varas o cinturones, creo que la mano o una
zapatilla son más que suficientes. Ya depende de cada entorno familiar que los
golpes se propinen sobre la ropa o con las nalgas al aire, de ser utilizada la
segunda opción, siempre ha de ser en un entorno de total intimidad donde no se
vea expuesta la desnudez del afectado, respetando así su integridad.
2.
Todo castigo debe ser
proporcional a la falta cometida así como a la edad del menor, así como a su
comprensión crítica de los hechos.
Y
es que un zurra no tiene que ser vista como una señal de odio por parte del
menor, sino que es preciso que la entienda y acepte como correctivo justo a su
falta, haciendo que en caso alguno acuse en él un temor hacia su mayor.
“Lo
desproporcionado, carece de sentido
y no ayuda a emendar el error, solo genera
temeridad injustificada”.
Como
adulto en caso alguno debo hacer un uso
desmedido me mi autoridad, pues en ese caso cruzaría la estrecha frontera que
separa lo justo de lo abusivo. Es importante que nunca pierda el control,
manteniendo mi mente despejada y crítica y no dejarme llevar por impulsos
repentinos carentes de cualquier autocontrol; lo que me llevaría a caer
nuevamente en proporcionalidades sin sentido.
Un
castigo realista, objetivo y medible.
¡En
un mes no sales de casa!, sin televisión un año entero… ¿Cuántas barbaridades
así hemos escuchado a lo largo de nuestra infancia?
Quiero
invitar a los padres y tutores que antes de imponer un castigo lo mediten con
sumo cuidado, para evitar caer en la vulgaridad y nuevamente por la
proporcionalidad. Un castigo debe ser:
1.
Inmediato a la falta.
2.
Contundente y objetivo.
3.
Proporcional en el tiempo.
4.
Ajustado a la persona.
5.
Que no hiera la sensibilidad
6.
Y si hay varios implicados, equitativos.
“Yo azoto, sin dudarlo”, en cambio no
soy partidario de otros tipo se sanciones, como es el caso de meter al niño en
un cuarto a oscuras o mandarlo para cama sin cenar, lo primero creo que puede
generar fobias importantes y lo segundo me parece una falta de integridad de
cara a su salud totalmente injustificable.
“La comida es la que es”.
“El esto no me gusta”, es una de las
frases típicas de los niños a la hora de comer, cuando no se le ponen lo que
quieren. “No lo cómo”. En el caso que
se nos presenta lo más correcto en mi opinión es simplemente no ofrecerle ningún
otro alimento hasta que ingiera el que tiene delante, aunque sea a la noche y
no volver a calentárselo. En dicho caso no sería necesario ponerle la mano
encima.
Personalmente
soy partidario de lo que denomino “castigo
útil” o constructivo y que consiste en utilizar este tiempo para que el
niño haga alguna tarea productiva y beneficiosa para él, que puede abarcar
desde el estudio y la realización de los deberes escolares, hasta el
aprendizaje de diversas tareas domésticas, siempre en acorde a su edad.
En
un artículo sacado de Internet la cantante Kelly Clarkson defiende que no está
en contra de propinarles un golpecito de cuando en vez, pero que es consciente
de que mucha gente no observa este método con buenos ojos. “Yo no me refiero a golpearles con fuerza,
ni mucho menos, hablo de darles una
pequeña nalgada”, en mi opinión ir medio pasito más allá de cuando en vez,
en ocasiones excepcionales, tampoco debería suponer drama alguno. Kelly
insiste: Yo siempre lo amenazo antes de
tener que recurrir a ello. En plan: Si no dejas de hacer lo que estás haciendo
te voy a dar una nalgada.
En
el artículo que dejamos a continuación, perteneciente al periódico ABC, se demuestra de forma fehaciente, que
un castigo físico proporcionado y explicado de manera correcta puede ser una
herramienta correctiva perfectamente válida para los benjamines de casi
cualquier edad. Con ello, insisto por enésima vez, no estoy motivando a la sociedad
a que pegue a sus hijos, simplemente considero que tal y como está la ley en
España, los padres son los realmente desprotegidos ante ese hijo/a tirano al
que no son capaces de controlar de otra manera y que si les dejas pasar todo
este tipo de comportamientos rebeldes, con el paso del tiempo, seguramente ya
entrados en la adolescencia pueden llegar a convertirse en los verdugos
de sus propios padres. Y todo ello es algo muy preocupante que no se debe
consentir en circunstancia alguna.
Puede
que mucha gente piense que este es un mal artículo, un turbulento viaje a los
tiempos de nuestros bisabuelos, que me encuadre como un hombre violento, que en
realidad no sabe de lo que está hablando. Bien, no me importa, ya os lo
adelante, después de todo vivo por suerte en un país donde existe la libertad
de expresión. Pero para que vean que no estoy solo en lo que les cuento, también
les aporto otro enlace. Esta vez se trata de un artículo donde su Santidad el
Papa Francisco también se muestra defensor de dicho modelo educativo.
Ya no sé que otros argumentos exponer
en defensa de esta idea, de un modelo educativo sobre el que tenía ganas de
filosofar un rato. Solamente decir que jamás le he propinado golpe alguno a
otra persona, niño incluido y que no tengo pensado hacerlo, simplemente he
querido realizar un trabajo reflexivo sobre el tema. Pues lo dicho, aquí queda.
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