DIÁRIO DE UN SALTIMBANQUI
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¿Es nuestra memoria de fiar? No, para nada. Según la ciencia esta herramienta tan importante en nuestra evolución como especie animal, nos engaña, no solamente creando una visión subjetiva de cuanto nos rodea, sino también creando falsos recuerdos. Por ello me pregunto si las palabras que vienen a continuación, así como otras muchas que he escrito a lo largo de los años, tendrán la veracidad que deseo. Y es que un mismo acontecimiento puede tener tantas interpretaciones como testigos vivenciales. Los recuerdos de los que hablo en esta ocasión tienen más de treinta años y en mi caso es muy difícil que una Memoria Histórica se interese lo más mínimo por ella. De forma que lo hago yo. ¿Por qué hablo de todo esto?, es una pregunta que se pueden hacer los lectores, si es que los hay. Se lo diré a continuación. Llevo mucho tiempo pensado en escribir unas Memorias de Juventud, es decir, un libro que abarque mi infancia y primera juventud, porque viejo no me considero. Vieja es la ropa, o eso dicen, pero el caso es que ya empiezo a considerarme un adulto con cierta experiencia en la vida, esa que nos solamente consigue a medida que las canas empiezan a poblar su cuero cabelludo, a redecorar sus barbas hasta darle a uno un aspecto de anciano sabelotodo.
El caso es que el otro día entra aguaceros salía yo de una librería, ver las novedades literarias de la semana es una de mis aficiones, haciendo también lo propio con la cartelera cinematográfica o incluso los estrenos en ese formato tan extraño ya, conocido como DVD, cuando me encontré con una antigua profesora mía conocida por Piti (no creo que ese sea su nombre auténtico pero la verdad es que yo no la conozco por otro), especializada en Educación Especial. Una mujer a la que le debo mucho, que me ayudó a progresar hasta el punto de llegar a ir a una clase "normalizada", y a la que una vez ya terminada mi etapa en aquel colegio seguí yendo a visitar de cuando en vez, debido al enorme cariño que le tenía. Desde aquí quiero mandarle un fuerte abrazo a esta mujer, pues es de honrados reconocer el bien que le hacen a uno. Pero también debo reconocer que en torno al tiempo que pasé con esta profesora, guardo o al menos guardaba hasta que volví a parlamentar con ella, cierto recuerdo negativo, e incluso si me permiten decirlo, de rencor.
Mi recuerdo tiene lugar en un banco que había en el primer piso del colegio, justo frente a la ventanilla que daba a la secretaría y a una entrada que llevaba también a varios despachos, inclusive un pequeño que usaban los profesores para tomarse su café durante la hora del recreo. Lo que sé es que a mí la profesora Piti, me dejaba durante el recreo en aquel banco como castigo a algún mal comportamiento, o este es el recuerdo que al menos, guardo yo en mi memoria. El caso, es que el otro día le pregunte, que tan malo era mi comportamiento como para que estuviese tantas veces castigado en el banco. Unas sanciones, que en mi recuerdo llegaban a durar en algunos casos semanas y hasta un mes. Pues me quedé con la boca abierta, cuando me respondió que yo era un niño generalmente muy bueno y que jamás había estado castigado de tal manera, si bien es cierto que me había quedado en dicho lugar en varias ocasiones, pero era para protegerme del mal tiempo que hacía fuera.
"¿En serio?, ¿entonces no estaba castigado?", pues al parecer, no.
Todo ello hizo surgir en mi cabeza, una serie de preguntas a las que sigo sin ser capaz de darle respuesta. Pero desde el punto de vista del adulto que soy hoy, tienen mucha lógica (hasta el punto de que es posible de que yo hubiese obrado de manera semejante en la situación inversa), de forma que en ningún momento se trataba de una reprimenda para mí, sino simplemente de una protección. Pero entonces, otras preguntas vienen a mi memoria como torbellinos de pensamientos indecisos. "¿Es qué nunca fui menospreciado o ignorado por los profesores?", "¿Nunca fui discriminado por los demás niños del colegio?" "¿Toda la soledad que recuerdo es un mero producto de mi imaginación?" Esas son el tipo de pensamiento que estos días se encuentran vagando por mi inconsciente y que me están llevando a escribir este artículo. Si eso es así, si realmente mi infancia no fue tan trágica como yo la recuerdo, entonces es que mi cabeza está peor de lo que pensaba, porque este tipo de pensamientos e incluso de odio hacia tanto el profesorado como los alumnos del colegio A Xunqueira II (Pontevedra), ¡Estarían totalmente infundados! Y no solamente esto, sino que también es posible que otros trágicos recuerdos, como puede ser el hecho de haberme caído por las escaleras en una ocasión mientras bajaba al recreo, o el haberme quedado encerrado en el colegio en una ocasión cuando terminaron la clase porque me había llevado demasiado tiempo recoger las cosas, puede que tampoco hallan tenido lugar. De echo mi madre asegura no recordar nada de todo ello, ¿entonces porque en mi cabeza sí viven esos recuerdos? además, de ser así, el relato publicado en mi libro, LA PRIMERA CASA A LAS AFUERAS que lleva por título SIN SALIDA, no se puede decir que se halle basado en un hecho real, sino más bien en un recuerdo imaginario mío. La verdad, es que no lo sé.
Pero todo ello me lleva a una última pregunta:
Si todos los recuerdos que guardamos de nuestra vida no son más que unas composiciones subjetivas realzadas por nuestro cerebro con la idea de que nos formemos unos recuerdos en parte reales, en parte imaginarios, ¿cuánta veracidad tienen las cosas autobiográficas que uno escribe?, ¿cómo sé que no estoy engañando al lector? y lo que me parece más grave ¿me estoy engañando a mí mismo?, sinceramente, no lo sé. Es posible que una biografía no sea más que una variedad de novela, quizá basada en acontecimientos reales, pero que en cualquier caso, se encuentran contaminadas por multitud de factores ( prejuicios, lejanía temporal, impresiones infundadas, estados de ánimo...) que hacen que cualquier cosa que narramos, no deja de ser una trasngirbarción de los hechos que tuvieron lugar realmente.
Es por este motivo, por el que los artículos o textos que formen parte del esqueleto de DIARIO DE UN SALTIMBANQUI, deben ser considerados ante todo una ficción, puede que muchas veces, con grandes dosis de realidad, pero ficción al fin y al cabo. Solamente espero que dichos textos se encuentren a la altura de las expectativas del lector.
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