Incorporando nuevas
rutinas a mi vida.
Incorporando nuevas rutinas a mi vida.
Hay un popular dicho que reza "No hay mal que por bien no
venga" y creo que se trata de una oración a la que se le puede
sacar mucho partido en los tiempos que corren donde la vida parece haber
querido acorralarnos contra un callejón sin salida. Pero no tiene por qué ser
así, pues nuestra capacidad de adaptación es muy grande y un poco de voluntad
puede llegar a hacer verdaderos milagros sin tener que contar con la ayuda de dios alguno. Por supuesto, cada cual es amo y señor (a) de
su propia vida y como se decida gastar nuestro limitado tiempo en este mundo,
es cosa de cada cual. En mi caso, todo esto del Coronavirus me ha dejado claro
que nadie es invencible, que la muerte tiene millones de formas y que la vida
es un tesoro que no se debe infravalorar. Pero me ha enseñado más cosas y
algunas de ellas son realmente importantes, una de ellas es el valor de las
personas físicas, que hay más mundo lejos de lo virtual y que las pequeñas
cosas, los pequeños momentos, son tesoros de incalculable valor a los que, por
desgracia, menospreciamos demasiado a menudo como pueden ser; la familia, los
amigos, la salud o la naturaleza que nos rodea, entre otros muchos.
Quienes me conocen bien, pueden decir con total certeza que siempre fui un
hombre de rutinas, caprichoso, al que nunca le gustó que le cambiasen los
planes. Nunca llevé bien, todo lo que tiene que ver con el efecto sorpresa,
siempre visitaba los mismos bares, a las mismas horas, siempre leía los mismos
periódicos y estaba con la misma gente y si un día me lo cambiaban por la
circunstancia que fuere, no dudaba en poner a los santos en novena. Estas semanas
en casa, me han abierto los ojos y mostrado una realidad completamente diferente
a la que me he tenido que someter como el resto del mundo (menos Mariano Rajoy
y alguna que otra excepción más, claro), pero con ello también me he dado
cuenta, más vale tarde que nunca, que la vida es mucho más que consumismo y que
se puede vivir de una forma distinta y ser si cabe, más feliz que antes.
Durante esta cuarentena por Coronavirus en la que todavía nos encontrando,
aunque cada día que pasa la distancia para superarla se acorta
considerablemente, tomé la decisión de que mi confinamiento no iba a ser un obstáculo
para mis proyectos de vida y que si no podía hacer unas cosas, solamente tenía
que encontrar otras que adaptándose a las circunstancias actuales, me
resultasen igualmente satisfactorias.
Entre estas iniciativas destaco la de realizar una tabla de ejercicios de
gimnasia, al ser posible todos los días y sino alternos, que me ayuden a
conservar mi cuerpo en una forma física
aceptable. No se trata de prepararme para las olimpiadas y tampoco necesito de
grandes recursos (no es necesario acudir al gimnasio para estar en forma), no
tengo pesas, ni bicicleta estática, tampoco las necesito, mi propio cuerpo y un
poco de fuerza de voluntad son suficientes herramientas para conquistar mis
objetivos. Para mi tabla de ejercicios me basta con una simple esterilla y ropa
cómoda, para ponerme a trabajar, (si se presta aconsejo una buena música motivadora para crear atmósfera. Yo suelo
ponerme la banda sonora de Rocky, pero eso ya es preferencia de cada cual). A
continuación me pongo a trabajar: “Ejercicios de cuello”, “Estiramientos”, “Flexiones”,
“Abdominales”, “Movimientos de las extremidades”, “Equilibrio” se han ido
convirtiendo en una saludable rutina que me está ayudando a pasar por esta
etapa extraña de nuestras vidas de una manera mucho más llevadera. En mi caso
dicha tabla se encuentra guiada por mi fisioterapeuta Lidia, pero hoy en día en
Internet se pueden encontrar millones de ellas. Como además tengo la suerte de
contar con una casa de campo con una
finca de considerable tamaño, tengo la oportunidad de caminar por ella, vueltas
enteras, correr (aunque esto todavía no lo he practicado), nadar en la piscina
(pero el tiempo no lo permite) y una innumerable cantidad de otros ejercicios
que me fortalecen cada día. Desde que me he puesto en marcha con estas
iniciativas me encuentro mucho mejor y me hace pensar que el día que vuelca al
Gym o a las bicicletas de Rodando, lo podré hacer en plenas facultades. La única
barrera, mi discapacidad. Lógicamente no corro todo lo que quisiera, las
articulaciones no me responden al cien por cien y múltiples dolores acampan por
toda mí anatomía (para ello están los analgésicos), pero pese a todo ello, la
gimnasia me ayuda a sentirme un poco mejor si cabe, a que mi postura mejore un
poco y con ello mis dolores se hagan un poco más llevaderos. Unos dolores que hace tiempo invadieron mi
espalda, mi cuello, mis articulaciones, unos dolores que me provocan un gran
cansancio, debilidad y dificultad para hacer las tareas diarias, pero que a través
de estos ejercicios parecen mejorar considerablemente. Es posible que no pueda
volver al gimnasio, no lo sé, pero al menos me permiten llevar su cabe un poco
mejor mi rutina diaria, de manera que será una nueva costumbre que empiece a
formar parte de mi vida de aquí en adelante.
Son muchas las cosas en las que uno puede iniciarse durante este tiempo si
es que no las has probado con anterioridad (¡algunas pueden resultar
emocionantes!), muchas de ellas muy positivas como puede ser el ejemplo de la meditación,
la relajación o incluso la oración pueden ser puertas de entrada hacia un espacio interior pleno y a través de ellas
puedes reencontrarte contigo mismo y quién sabe si descubrir cosas acerca de ti
que jamás imaginaste podrías albergar en tu interior. Yo lo estoy haciendo,
como también estoy tratando de usar parte de mi tiempo para realizar un montón
de cosas que me apasionan y no necesito salir de casa para llevar a cabo su
ejecución. Leer, disfrutar del cine, de las series, de la buena música, de
pasatiempos, jugar al ajedrez, al póker, escribir o simplemente grabar vides
haciendo al gandul para luego echarme unas risas con los amigos. Paseo por la
casa, hago vida familiar y disfruto de todas las oportunidades que me da
Internet. Y todo ello me supone un gasto mínimo, por lo que económicamente este
confinamiento también tiene su lado positivo. Las comidas que hago son más
sanas, también más abundantes, pero el tema de los kilos de más lo dejaremos
para la vuelta a la normalidad. Disfruto de cada instante, de cada momento con
la familia, al fin he conseguido vivir sin reloj y eso también me gusta. ¡Qué
más se puede pedir! Se puede ser perfectamente feliz con menos, incluso más que
con el consumo desenfrenado y todo ello, me parece sencillamente maravilloso.
¡Qué lástima que tenga que haber llegado un Coronavirus para que nos diésemos
cuenta!
Cuando todo esto pase… veremos el mundo desde una perspectiva diferente,
aprenderemos a valorar mejor esa libertad, la administraremos con mayores dosis
de sabiduría. Y eso es bueno. Yo francamente desearía que en los tiempos venideros, todos seamos un poco
más humanos y algo menos materialistas, que nos demos cuenta de que el dinero
no lo es todo y que la vida es un suspiro, que no merece la pena desperdiciar
haciendo daño a los demás, sino que debemos aprovecharlo para tratar de ser
todo lo felices que seamos capaces y de paso tratemos en la medida de lo
posible, contagiar a los demás con este tipo de aptitud. Porque en el fondo, la
felicidad es una actitud que todos podemos trabajar en nuestro día a día…
“Hoy es un buen día para empezar”, dice una conocida canción de Ricardo
Arjona, yo soy de la misma opinión y creo que éste es un momento perfecto para
intentar dar los primeros pasos hacia una mañana mejor… yo ya he comenzado. ¿Y
tú, cuándo piensas dar el paso que cambiará tu vida para siempre?
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