En ningún caso aspiro a ser un
gran pintor, solamente busco bucear entre colores, mientras algunos de mis
sentimientos más profundos intentan salir a relucir a trompicones. Fue esta una
actividad que me sirvió de terapia durante la época de confinamiento, donde me
regaló hermosas y apacibles horas de paz, como si en realidad se tratase de una
especie de sesión de meditación, de oración, un tiempo de desconexión, de
dejare llevar…y eso me resultó gratificante. Ahora, recién terminado el
borrador de mi primera novela; LAS HOJAS
QUE SE RESISTEN A CAER, una vez más me está sirviendo como contrapartida,
como desconexión y porqué no, también como una forma de reencontrarme conmigo
mismo. De manera que dichosa sea esta afición. También, terminada la novela y mientras
no me decido por el siguiente proyecto literarios, creo que podré dedicar más
tiempo a este blog y cumplir algunos de
los propósitos que me hice tiempo atrás, mientras esperamos a que estos duros
tiempos lleguen a su fin y podamos volver a la realidad, cuando realmente sea
posible rodar BLOON, EL NIÑO TIENE HAMBRE,
cuyo rodaje fue pospuesto por la pandemia. Pese a todos, debo decir, que tengo
algunas ideas para nuevos libros y ello me hace sentirme especialmente
orgulloso, pero todo a su debido tiempo.
Por ahora toca relajarse,
meditar y sobre todo cuidarnos todos y unas apacibles sesiones de pintura,
pueden ser de una gran ayuda para ello.
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