¿SI FUESE FÁCIL, DÓNDE ESTARÍA EL MÉRITO?

Por

José Sergio González Rodríguez

Ya no sé que más puedo decir sobre la experiencia  que supone para mí hacer El Camino De Santiago: se trata una experiencia increíble, única en la vida y me siento realmente feliz por tener la oportunidad de poder vivirla por mi propio pie.

Soy consciente de la suerte que tengo, pues solamente tengo que mirar a mi rededor para percatarme de la cantidad de buenos amigos, que desearían vivir esta experiencia, pero no pueden, debido a las circunstancias personales que les genera su discapacidad. Todos ellos, quiero que sepan, que vienen siempre conmigo, en el pensamiento, que son mi fuerza y apoyo, y  que a todos ellos, empezando por mi compañera Mayka, dedico cada etapa del camino.

La etapa del pasado domingo, transcurrió entre Barosa y San Miguel de Valga y fue realmente una experiencia muy gratificante, aunque también dura, todo hay que decirlo. "¿Si fuese fácil, dónde estaría el mérito?", me dijo mi monitora y amiga Rosa Domínguez. Es cierto: Sin esfuerzo, no hay superación y yo hago el Camino para superarme, para ponerme a prueba, vencer mis miedos y convencerme a mí mismo de que: Yo Puedo.

Tampoco creo que exista mejor manera de conocer Galicia, que patearla poco a poco, descubriendo día a día su magia, sus paisajes, sus gentes, sus secretos... "Que bella es mi tierra", que amaneceres, bosques, ríos... y que buena gente me acompaña.

  

Creo que sin pretenderlo, porque las cosas importantes son las que surgen del improviso, de esta aventura ha surgido una nueva familia y creo que de las buenas. Este Camino de Santiago, es la cuna de algo, todavía no sé lo qué... pero se trata de algo grande, algo bueno, que nos renueva por dentro, un bien divino, que no debemos permitir que se nos escurra entre los dedos, una experiencia vital, que ya ha dejado varias huellas imborrables en mi memoria.

No sé decir si es suerte, cambio climático o intervención divina, pero que en pleno mes de diciembre, estemos gozando en Galicia de un tiempo tan espléndido para caminar, para hacer este tipo de cosas, no es normal y por ello, quiero dar gracias al Apóstol. No vaya a ser...

Quiero terminar esta crónica, mandando un abrazo enorme a todos mi hermandad de caminantes, a esta nueva familia política que ha cambiado mi vida para siempre.

¡Gracias; siempre os tendré presente en mi corazón!