SOÑANDO CON AIRES
DE LIBERTAD
Una lágrima,
desfila por mi mejilla…
Por cada alma
inocente asesinada,
en nombre de un
fascismo sin corazón,
alma tiránica de
una cruel sinrazón,
que obra como una
bestia despiadada.
Capital de poder
despiadado,
siempre obrando con
la mano codiciosa,
despiadada como el
lobo famélico,
asesinas en nombre
de la avaricia caprichosa.
Lloro por cada
misil diabólico,
por todos los
corazones que has roto,
en nombre de un
orgullo que te devora,
en un tormento
vestido con hilo de oro.
Hoy vierto lágrimas
de sal,
por cada ucraniano
mancillado en tu nombre,
¡Maldito el ruso
que asesina!
la inocencia de las
almas dichosas,
que sueñan con ríos
de libertad.
Una lágrima,
desfila por mi
mejilla…
Soñando con aires
de libertad,
tierras desnudas de
fronteras,
donde ardan todas
las banderas,
que mancillan la
sagrada felicidad.
¡No al cruel
dictador!
¡No a los falsos
dioses del dinero!
¡No a la falta de
amor!
Ni al poder
desenfrenado.
Que no mueran el inocente,
que no caigan las
escuelas,
que no se derrumben
los hospitales
y el hambre no
devore las tripas del obrero,
en nombre del
imperio de turno,
que sin alma ni
desenfreno,
se viste de animal
carroñero,
intentando saciar
un ego,
vestido de letal agujero
negro.
Una lágrima desfila…
Por mi mejilla…
Mientras divago por
un mundo sin tanques,
donde el sonido de
le muerte no retumbe en mis oídos,
donde las bombas no
dinamiten los parques,
donde hasta ayer
jugaban los niños,
que la inocencia no
se derrumbe,
entre los escombros
del odio,
que todas las vidas
valgan más que el oro,
de un poderoso con
corbata,
que vestido de locura
sin retorno,
juega entre amigos
y camaradas,
con las vidas del
inocente.
Paremos la guerra,
detengamos la
muerte,
desnudémonos de la
violencia,
que mancilla el don
de la suerte.
¡No a la Guerra!
Abramos los brazos
a la vida,
cada día, nace un
amanecer,
que no merece
nuestras lágrimas,
antes de la
tiniebla hay un atardecer,
al que tenemos que
sonreírle con ganas,
mientras
construimos con nuestras virtudes,
un mejor mañana.
¡Una lágrima en mi
mejilla!
Por cada misil,
pistola,
o fusil.
Por cada herida,
y cada muerte,
nacida del odio,
venida con terror,
para ahogarnos en
pavor.
No al hambre,
no al frío y no a
la sed,
¡No a las armas
atómicas!
Creadas en nombre
de Belcebú.
No más odio,
no al rencor,
no a la
intolerancia,
ni al desamor.
¡No a la Guerra!
¡No al terror!
No más muertes…
Sin causa ni razón.
José Sergio
González Rodríguez
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