viernes, 5 de mayo de 2023

PENSAMIENTOS TRISTES

 .

CARTA A UN ESPECTRO

 

    Querido espectro sobre cristal pulido;

     Hace tiempo que tú y yo no tenemos una de aquellas conversaciones profundas y honestas y la verdad es que por lo que recuerdo, me ayudaban mucho. De alguna manera me abrías los ojos a una realidad a la que siempre me negué a conocer en profundidad, que odiaba tener delante, pues su visión constante provocaba en mí un tiovivo de malas sensaciones a las que no deseaba hacer frente y sigo sin querer hacerlo, es así, porque en lo más profundo de mi ser, siento una profunda vergüenza y asco de mí mismo.

            Desde muy pequeño me di cuenta de que yo era distinto, que mi voluntad, mis sueños e ilusiones y la realidad que me rodeaba eran totalmente opuestas y siempre vi en ti, al animal herido que soy. Mi cerebro, siempre soñó en grande, siempre quiso conquistar los horizontes más lejanos, pero mis miembros nunca estaban a la altura, tensos, lentos, despistados, dañados… nunca fueron capaces de asumir  las circunstancias.

Abocado a la soledad, muchas veces era un mero testigo de cómo otros niños jugaban, aprendían y disfrutaban de esa infancia feliz de que yo estaba desnudo. Y mis únicas armas para suplir esta faltan eran la imaginación, los sueños y la ayuda que salía de aquella caja tonta que era la televisión.

Los dibujos animados, las películas… junto con el ajedrez, los puzles y la bicicleta siempre fueron mi compañía, motivo por el cual siempre soñé con dedicarles toda mi vida, pero una vez más, la realidad me apuñaló por la espalda y pronto me di cuenta de que mis movimientos, mis pasos en estas ramas también se iban a ver frustrados. ¡Y llegué maldecir a los Dioses por ello y de paso, también mí existencia!

Me hice escritor y fracasé… quise hacer cine y me estrellé, jugador de ajedrez, sin ganar jamás torneo alguno y con ello la desdicha siempre se pegó a mí como una lapa. Pero, supongo que no fue culpa de la vida, sino mía, que nunca supe aceptarme, adaptarme a las circunstancias. Y así llevo casi medio siglo, soñando con despertar en una realidad que nunca llega, incapacitado por mis neuronas para disfrutar de los pequeños logros, mientras tengo constantes pesadillas con mi extinción.

Te miro y me odio, te observo y me doy lástima mientras trato de sellar mi boca, para no dejar escapar los gritos frustrantes que nacen de mi corazón. Me maldigo, porque no deseo ser otro más del montón, porque mi ego, no acepta ser alguien que pase por la vida sin dejar una profunda huella.

 Me niego a ser un simple homínido que camine sin más por la tierra, lo siento, pero necesito más. Y por ello, porque no me acepto, mi vida es un permanente baño de lágrimas.

Nada va a cambiar.

Los sé.

Mi vida siempre irá por otro sendero, mi reflejo, es decir, tú, siempre serás ese rival al que no soy capaz de mirar a los ojos y el paso del tiempo, no hace más que complicar las cosas. Nada me alivia, ninguna compañía me consuela y el simple acto de escribir estos párrafos, en lugar de calmarme, lo único que hacen, es hurgar más en esta sangrante herida que no cura nunca.

Cuando me acerco a algún sanitario en busca de una opinión, incapaces de calmarme, no aptos para cambiar mis pensamientos, me recetan drogas vestidas de fármacos con el objetivo de aliviar síntomas. Pero, no lo consiguen… y yo sigo en mis trece, soñando con otras vidas que no sean  la mía, viviendo en fantasías permanentes que me alejen e esa triste realidad que me acecha.

Pero, nada cambia. La impotencia me domina.

Y yo…

Yo sigo queriendo escapar de mi jaula, mientras no puedo dejar de llorar.

Hasta otra, cristal pulido.

No te olvides de responder.

Fdo.

Yo.

 

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