SU MANO EN MÍ
Fanatizo sin turbación,
con vías de seda,
que se bañan en la
dicha,
de los ilustres
inmortales.
Abogo en mi causa,
un culto sin candado,
llave o fría cerradura,
que acaricio con tino,
con esta ruda dermis.
Mi alma medrosa bebe,
de un dogma veraz,
mi deidad tiró su
corona,
y se hizo pescador de extraviados.
Sé que cuando cruce,
la frontera de los dos
mundos
Él posará su mano en
mí,
dotándome de una
fuerza,
que borrará todo temor.
Entonces…
no seré más que figura
de un recuerdo ajeno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario