lunes, 19 de junio de 2023

CARTA A UN AMIGO

 

 



Apreciado amigo Ramón;

Es muy probable que nunca llegues a leer esta carta, quizá sea mejor así, sobre todo porque no deseo reabrir heridas de ningún tipo. Éste es un texto de agradecimiento y debo reconocer que tengo una gran deuda contigo, con tus hijos y también con tu hermano Fernando. 

Pero centrémonos únicamente en ti; porque todavía hoy recuerdo el día en que por primera vez me abriste la puerta del Club Kárpov y con ello pude adentrarme, siempre de tu mano en el mundo ajedrecístico, como por aquel entonces, valoraste los escasos conocimientos que yo tenía sobre este juego y viendo mi interés, te ofreciste a darme clases, primero solo y  más adelante, integrado en toda una clase. Con ello, me abriste de paso por el puente de la integración, dándome la oportunidad de conocer nuevas amistades, regalándome la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos y en poco tiempo, pese a mis miedos iniciales, invitándome a participar en mis primeras competiciones.

De todos modos, eso solamente fue el primer paso. Porque con mi llegada al Club Karpov conseguí no solo a un profesor de ajedrez, sino a un maestro de la vida,  a alguien que me enseñó a pensar por mí mismo, a librarme de etiquetas, me enseñaste poesía, de política, historia. Me brindaste la oportunidad de ampliar mis conocimientos en muchas materias, algunas muy alejadas del ajedrez, pero no por ello, menos importantes. Así, contigo, con mis compañeros de Club, pasé toda mi juventud, con ello conseguiste que fuese un poco más feliz. Por todo ello y porque sin tu participación nada de esto sería posible, te doy las gracias…

 Pero, si todo ello fuese poco… todavía hay más.

Siempre amé la literatura, el cine, la filosofía, la religión, la política… y uno de mis sueños vitales, era convertirme en escritor. Y si es lógico, que para ser escritor, hay que escribir, también lo es, que conseguir publicar, es algo sumamente complicado, para todo el mundo, pero en el caso de una persona con discapacidad es todavía una osadía mayor. Y en mi caso, debo reconocer, que si no fuese por ti, no hubiese entrado en contacto con tu hermano Fernando, quien me dio una oportunidad publicando mi primer poemario, tras el cual vendrían otros, películas, conferencias, teatro y muchas otras cosas.

 Y todo, porque un día ya lejano me invitaste a entrar en tu club. Por ello, ¡Gracias!

Ahora, con el pasar de los años, miro para atrás y veo la cantidad de cosas que logré y me siento muy orgulloso. Pero también me siento muy triste, por dos cosas, por un lado porque con el paso del tiempo, muchas de aquellas puertas que se me abrieron, se me fueron cerrando poco a poco, hasta el punto de volver a caer en el olvido y la soledad.

 Por otro, porque cada vez que te veo por la calle, me entran ganas de llorar.

Te observo deambular muchas veces por la ciudad, solo, descuidado… algunas veces me saludas, otras no. En ocasiones caminas apurado, otras despacio, pero casi nunca te paras. ¿Qué fue de nuestras conversaciones? ¿Y de tus enseñanzas?, no sabes cuánto te añoro y lo que daría ahora mismo por retroceder un cuarto de siglo de nuestras vidas y volver a los tiempos en los que era tan feliz a tu lado. Pero ello, no es posible, de manera que solamente me quedan el recuerdo y la nostalgia. Pero una cosa, sí te digo, y es que si la enfermedad no me obliga a lo contrario, no te olvidaré, de ello, puedes estar seguro.

No espero que leas esta carta. Menos que la contestes, pero pese a que no se trata de un gran texto, si se trata de algo que tenía amarrado hace tiempo en mi corazón, algo que necesitaba soltar y me alegro de haber dado el paso.

Te quiero Ramón.

José Sergio González Rodríguez.

19 de junio de 2023

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